Ataque yihadista mortal a un hotel de lujo en Mali
Un complejo hotelero de lujo a las afueras de Bamako, capital maliense, fue el escenario de un nuevo capítulo del terror yihadista en Mali. Varios hombres armados irrumpieron en el recinto Le Campement Kangaba, muy popular entre la comunidad de extranjeros, y al grito de “Alá es el más grande” mataron a al menos dos personas. Uno de los fallecidos es franco-gabonés y al cierre de esta edición no se había podido determinar la nacionalidad del otro asesinado. La rápida actuación de las fuerzas especiales malienses, en colaboración con tropas francesas y los cascos azules, evitó una matanza, ya que hasta 36 clientes fueron liberados poco después del inicio del ataque a las 16.30, hora local.
Casi cuatro horas después del asalto aún se escuchaban disparos y explosiones en el recinto y un helicóptero militar sobrevolaba la zona, por lo que la cifra de muertos y heridos podría aumentar. El ataque se produce tras la advertencia de Naciones Unidas hace apenas una semana de que la inseguridad terrorista está creciendo de manera alarmante en África Occidental.
Aunque ayer nadie revindicó el ataque, todas las miradas se posan en el grupo yihadista Al Morabitún, brazo de Al Qaeda en la zona del Sahel y liderado por el Moktar Belmoktar, responsable en 2015 del peor atentado en Mali. En aquella ocasión, hombres armados asaltaron el hotel Radisson de Bamako y mataron a 20 personas, incluidos 14 extranjeros. El gobierno de Mali declaró entonces el estado de emergencia, aún en vigor, y creó una fuerza de élite antiterrorista para combatir este tipo de ataques.
El atentado de ayer no tomó a casi nadie por sorpresa. El pasado 9 de junio, la embajada de Estados Unidos mandó un comunicado para alertar de “un posible aumento de la amenaza de ataques terroristas” contra lugares frecuentados por occidentales. En la misiva, la embajada aconsejaba “evitar localizaciones vulnerables con pobres medidas de seguridad, incluidos los hoteles, restaurantes e iglesias”.
La violencia extremista en Mali no ha dejado de crecer desde 2012, cuando un golpe de estado y una insurgencia en el norte del país desembocó en un conflicto armado.