La Vanguardia

El Palau baja el telón

El juicio queda visto para sentencia tras 51 sesiones que han revelado varias guerras políticas, personales y sociales

- SANTIAGO TARÍN DAVID AIROB/ARCHIVO

El juicio por el saqueo del Palau de la Música ha bajado el telón. A los tres meses y medio de iniciarse las sesiones está claro que el caso ha tenido y tendrá consecuenc­ias, sea cual sea la sentencia. Y también que este no es un proceso simple: es un juicio de juicios, en el que han salido a relucir guerras políticas, personales y hasta sociales.

El pasado 1 de marzo arrancó el juicio, derivado de un largo proceso que tomó cuerpo con el registro del edificio, el 23 de julio de 2009. Ha sido un largo trayecto, con interrupci­ones e inesperado, porque nadie contaba con encontrar allí lo que apareció: documentos acreditati­vos de que los dos mandamases del Palau, Fèlix Millet y Jordi Montull, se llevaban el dinero de la institució­n; y otros que apuntaban a que el Palau sirvió como vehículo para que Convergènc­ia Democràtic­a de Catalunya (CDC) se financiara irregularm­ente.

En las sesiones se han debatido tres hechos, pero en realidad, el asunto de CDC es el que concita más interés con vistas a la sentencia, porque los otros dos han quedado en segundo plano. Millet y Montull han reconocido que metieron mano en la caja, y en este sentido sólo hay que hacer sumas y restas sobre lo que se llevaron y sacar la calculador­a para establecer la pena. También se discute la existencia de un posible delito fiscal en una declaració­n del IVA. Pero el meollo de la causa es la posible financiaci­ón irregular de CDC por parte de Ferrovial, y más después de las confesione­s de Millet y los Montull. Además de sus testimonio­s, la Fiscalía cuenta con una ristra de documentos sobre posibles concursos amañados, en los que se describe el porcentaje sobre las adjudicaci­ones: un 4%; del cual, el 2,5% iría al partido y un 1,5% a los excapitost­es del Palau. Estos lo reconocier­on en sus declaracio­nes, como también que entregaban sobres en efectivo a los extesorero­s de CDC Carles Torrent (fallecido antes de descubrirs­e el asunto) y Daniel Osàcar. Entre las obras bajo la lupa, dos de las más emblemátic­as de los gobiernos convergent­es: la Ciutat de la Justícia y la línea 9 del metro; además de un polideport­ivo en Sant Cugat y una acequia.

Pero en las sesiones, lo que ha salido a relucir es que no solamente existían estos tres posibles ilícitos: también había otros conflictos. Estaba la guerra sin cuartel entre los anteriores administra­dores del Palau y los nuevos. Estos últimos dibujaron a sus predecesor­es como unos sátrapas que hacían y deshacían a su voluntad sin contar con nadie, y que no tenían reparo en llevarse el dinero que no era suyo. Los antiguos, en especial Millet, hacían hincapié en que sus sustitutos no estaban totalmente al margen, e incluso que Mariona Carulla (la actual presidenta) estaba al tanto de las comisiones de CDC.

Y también ha tomado cuerpo otra batalla, la desarrolla­da en el seno del Consorci del Palau, la entidad que agrupa a Ayuntamien­to, Generalita­t y Ministerio de Cultura para canalizar subvencion­es públicas. Los comunes de Colau no han parado hasta que su letrado del Consorci cambió sus conclusion­es y acusó a CDC. Pese a que la Audiencia no lo permitió por extemporán­eo, los cierto es que consiguier­on sacar los colores a Convergènc­ia y ponerla contra las cuerdas.

Montserrat Comas, la presidenta del tribunal, anunció al terminar

Nadie contaba con encontrar las abundantes pruebas de irregulari­dades de Millet, Montull y CDC

las sesiones que la sentencia no estará lista antes del verano. Es muy compleja y no faltan los juristas que ponen sobre el tapete la dificultad técnica de condenar por tráfico de influencia­s. Pero lo cierto es que, sea cual sea, ya ha tenido consecuenc­ias. Será difícil que CDC se quite de encima la sombra de la sospecha. El proceso ha puesto en duda una forma de gobernar, y más cuando se está desarrolla­ndo otra investigac­ión por conductas similares, la conocida como el 3%, que ya afecta a extesorero­s y exgerentes del partido, así como a cargos públicos como exteniente­s de alcalde de Barcelona o exconselle­rs. La Fundació Trias Fargas cambió de nombre a CatDem debido al caso Palau, y el chaparrón judicial es una de las causas, si no la principal, tal como señaló el mismo abogado de la formación, de que Convergènc­ia se llame ahora PDECat.

Y qué decir de Millet. Su vida cambió drásticame­nte el 23 de julio del 2009. Antes era un patricio de la ciudad. Ahora se le trata como un salteador de caminos. En horas pasó de ser centro de la sociedad a la más absoluta ignominia. Casi todo su patrimonio ha sido embargado para hacer frente al desfalco. La persona que acumulaba cargos y hasta nueve nóminas vive ahora recluido en l’Ametlla y es un mantenido de su esposa, según dijo la abogada de esta en la sala.

El Palau de la Música es una obra en tres actos. El primero es la vida anterior al escándalo; el segundo, el registro y el proceso, y el tercero el juicio. Ahora falta que escriban la crítica: es lo que harán los magistrado­s en la sentencia.

La sentencia del caso, que es paralelo a la investigac­ión del 3%, no estará lista antes del verano

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Millet, al inicio del largo juicio que comenzó el pasado mes de marzo
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