Tendencia: nueva política con cocineros viejos
Vivimos una epidemia de optimismo. Los políticos independentistas confían en celebrar el referéndum, los socialistas se recrean en un congreso que intenta detener la hemorragia fratricida, el PP sigue acumulando trabalenguas impunes y Antoni Fernández Teixidó funda un nuevo partido. El invento se llama Lliures y, en su acto fundacional, se presentó con un lema que es el colmo de la modestia: “Benvinguts a la solució”. Sería mucha casualidad que después de todas las contorsiones políticas vividas en las últimas décadas ahora descubriéramos que Fernández Teixidó era la solución, pero, en las actuales circunstancias, todo es extravagantemente posible.
La escenografía del acto fundacional de Lliures incluyó rituales antiguos: ovaciones onanistas y la euforia de un líder ametrallado por las cámaras y que ensaya aquella sonrisa gremial que no descarta ser desmentida por la puñetera erosión de la realidad. Por suerte o por desgracia, no hay demasiada diferencia entre afrontar el futuro con optimismo o con pesimismo. De hecho, conviene recordar el viejo aforismo según el cual todo es complementario: mientras los optimistas inventan el avión, los pesimistas se encargan de inventar el paracaídas. Hoy, sin embargo, la ambición aeroespacial de unos tiende a lanzar al espacio prototipos de cohete sin demasiadas garantías, y el inmovilismo terrenal de otros, a imponer un modelo de paracaídas pensado para ciudadanos que no pueden volar.
Mientras tanto, el PSOE ha cerrado un congreso de sutura con aludes de postureo orgánico y el nombramiento de una presidenta, Cristina Narbona, que el domingo pasó por La Sexta y ayer por Antena 3 para subrayar la conciencia ecológica del nuevo partido. Nos esperan grandes desafíos ambientales y la necesidad de identificar España como una nación de naciones, dijo (siempre que no todas las naciones tengan los mismos derechos que la nación madre, me pareció entender). Entre los desafíos ambientales diagnosticados no figura la solución de conflictos internos, sometidos a la selvática ley del darwinismo de izquierdas. La percepción mediática, sin embargo, es que el PSOE empieza a entender que la autodestrucción favorece la fosilización de Rajoy en el cargo y, con paquidérmica agilidad, intenta evitar fracasos tan inapelables como el de los socialistas franceses. Ah, y hablando de Francia: Bernard Pivot, prestidigitador de las palabras, propone el neologismo macronizar para definir “conseguir lo imposible”. Es la nueva paradoja: que un recién llegado consiga lo imposible gracias a que varias generaciones de gestores negligentes o corruptos hayan malgastado la posibilidad de gestionar lo que debería haber sido pragmáticamente posible.
Los optimistas inventan aviones; los pesimistas, paracaídas