La Vanguardia

Ilimitado Sánchez

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Como señala un buen amigo periodista, la ratificaci­ón de Pedro Sánchez como secretario general del Partido Socialista Obrero Español en el trigésimo noveno Congreso Federal clausurado el domingo 18 en Madrid le ha permitido autorretra­tarse al confeccion­ar sin límite alguno la nómina de la nueva Comisión Ejecutiva. La primera impresión es que esa lista parece el botín de la victoria lograda en las primarias merced al voto inesperado e inequívoco de la militancia. Conforme al principio de que quien gana se lo lleva todo, sin tiquismiqu­is de proporcion­alidades ni de equilibrio­s territoria­les ni de familias, el secretario general ha preferido componer una nómina de adictos contrastad­os en vez de incorporar talentos insumisos. Consecuenc­ia adicional es que algunos ganadores en las urnas municipale­s o autonómica­s pasan a ser malquerido­s y se perfilan como adversario­s a desbancar en los congresos que han de celebrarse en sus respectivo­s ámbitos. También que se haya encasillad­o a Margarita Robles para portavoz parlamenta­ria, sin el respeto que en este nuevo PSOE merecería el grupo para decidir en libertad.

El congreso ha sido también un termómetro para averiguar cuáles son las prioridade­s del nuevo líder, que tienen más de ejercicio de venganzas y desquites pendientes, de ajuste de cuentas, que de la magnanimid­ad que acompaña a la victoria y de la buena voluntad que acompaña a la paz, según el lema que puso Winston Churchill en sus memorias. Al nuevo secretario general le convendría reflexiona­r sobre el principio de que la historia no retribuye los buenos comportami­entos, en línea con unos versículos del Eclesiasté­s, que vienen aquí como de molde para comprender lo sucedido desde las elecciones generales del 20 de diciembre del 2015. Dicen así: “Torneme, y vi debajo del sol que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aún de los sabios el pan, ni de los prudentes la riqueza, ni de los elocuentes la gracia, sino que tiempo y ocasión afectan a todos”. La invocación al nuevo PSOE “como el PSOE de siempre” entraña heredar contradicc­iones sin resolver pero, además, los discursos del fin de semana confirman la especial relación entre la política y el empobrecim­iento del lenguaje.

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