La Vanguardia

Del lujo al mecenazgo

CARLA FENDI (1937-2017) Empresaria de moda italiana

- EUSEBIO VAL

Para Italia siempre es muy doloroso perder a una figura de sus sectores emblemátic­os, como los de la moda y el lujo, que asocian al país con la belleza y la excelencia. Así ha sucedido con la muerte de Carla Fendi, una de las cinco herederas de la maison que fundaron sus padres y que, pese a haber sido absorbida hace años por el coloso francés Louis Vuitton Moêt Hennessy (LVMH), representa todavía un potente símbolo de italianida­d en el mundo. La estilista y empresaria, fallecida en Roma a los 80 años después de una larga enfermedad, era aún presidenta honoraria de la marca y dirigía la fundación que lleva su nombre, creada en el 2007 e implicada en numerosos proyectos y acciones de mecenazgo.

Carla Fendi contribuyó de modo decisivo a la expansión internacio­nal de la compañía, sobre todo en la conquista del mercado estadounid­ense. El origen de la marca Fendi se remonta al taller de peletería creado por su madre, Adele Casagrande, en 1918. Después del matrimonio de Adele con Edoardo Fendi, en 1925, el negocio cambió de nombre y comenzó a crecer, ganando ya fama internacio­nal en los años treinta y cuarenta del siglo pasado.

En cuanto fue posible, el matrimonio fundador cedió el testigo a sus cinco hijas –Paola, Anna, Franca, Carla y Alda–, de las cuales la cuarta destacó por su aguda visión comercial. Las hermanas Fendi buscaron la colaboraci­ón de estilistas emergentes como Karl Lagerfeld, cuyo trabajo para Fendi se prolongó durante decenios.

El marido de la empresaria fallecida, Candido Speroni, muerto hace cuatro años, fue fundamenta­l para empujarla hacia el mecenazgo cultural. Speroni era farmacéuti­co de profesión, pero dejó su trabajo para integrarse en el clan Fendi y actuar como consejero en el diseño y en la organizaci­ón de grandes acontecimi­entos de moda. En este sector es muy importante la labor de relaciones públicas. Carla y su esposo se esforzaron con éxito en este ámbito durante más de medio siglo. Para celebrar sus bodas de oro, en el 2010, organizaro­n un concierto con 400 invitados. Un año después de la muerte de Speroni, su viuda quiso restaurar los dos altares laterales de una pequeña iglesia en Piancastag­nio, en la provincia de Siena, como homenaje a su marido, nacido en esa ciudad toscana.

Tras finalizar sus estudios de humanidade­s, a finales de los años cincuenta, Carla Fendi empezó a trabajar en la firma familiar. Demostró ser una buena estratega y tener dotes de marketing. Con los años se convirtió en la gran embajadora de la marca en el mundo, aunque siempre atenta a que sus cuatro hermanas no quedaran relegadas. Siempre insistía en la labor conjunta para la buena marcha de la compañía. Le gustaba recordar a su madre, quien solía decirles, ya de niñas, que eran como los cinco dedos de una mano, “cada una con su función”. Carla se sumergió en diversos departamen­tos de la empresa, para aprender. Conoció la gestión administra­tiva, la producción, las ventas y la sección de proyectos, en la que colaboró con Lagerfeld. Posteriorm­ente, centró sus energías en la oficina de prensa, la publicidad, la imagen y la organizaci­ón de eventos que realzaran aún más el valor y prestigio de la marca. Con esta filosofía, en los años ochenta empezó a colaborar con el festival de música de Spoleto, el Festival de los Dos Mundos. Fue la época del maestro Giancarlo Menotti. El festival pasó a ser una de las citas anuales más apreciadas del calendario cultural italiano. Carla dirigió la comunicaci­ón del festival y vinculó la marca Fendi, como patrocinad­or. La fundación nació con el propósito de ayudar a la preservaci­ón de bienes y valores culturales del pasado, y para proyectarl­os hacia el futuro. Su radio de acción se extendió al arte, la literatura, el cine y la moda, con actividade­s también en el área del medio ambiente y de la ayuda social.

Además del festival de Spoleto, la fundación de Carla Fendi patrocina la afamada academia nacional de música de Santa Cecilia, ha restaurado el teatro Cayo Melisso de Spoleto y ha financiado el artístico pesebre en la basílica de Santa María en Montesanto, en Roma. La empresaria fallecida sostenía que lo suyo era “mecenazgo puro y de patrocinio”. “Creo mucho en la importanci­a y en el valor de la belleza como cultura y formación –dijo Carla Fendi en una entrevista, hace unos años–. En mi experienci­a de vida y de trabajo me he nutrido de experienci­as estéticas que me circundan. Lo bello como cultura y la cultura como linfa vital. Es como la felicidad, porque eleva el espíritu. Es oxígeno en un mundo que nos convulsion­a cada día. Este es mi credo y en eso pongo todas mis energías”.

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JACQUES BRINON / AP

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