La Vanguardia

La verbena

- Joan-Pere Viladecans J.-P. VILADECANS, pintor

Una imagen lánguida de líquida melancolía: los restos de una verbena. Fiesta de ayer. Un granito menos en la arena del reloj. Confeti pisoteado, un manso remolino de serpentina­s, botellas huecas, el cartón chamuscado de los petardos… Un inventario de rastros enfriados. Una estética expresiva de la celebració­n pasada. Material sensible para el recuerdo. Siempre habrá quien guarde de una verbena una brisa de emoción y de gratitud. De secreto y de escalofrío. De estruendo cansado para el resto del año. Cosas del solsticio. Del fuego. Y de la dulzona melaza de la adolescenc­ia. Quizá una exageració­n, pero quien luche, como todos, para conocer su historia al completo contará con dos o tres verbenas en su médula emocional. Aunque también hay el que se ha pasado media vida anhelando su verbena particular –una manera de decirlo– y, cuando le llegó, la pólvora estaba mojada.

Los cohetes, los petardos, las cocas escarchada­s de luz frutal y mediterrán­ea... Las verbenas eran una celebració­n de barrio y de azotea. Y de calle. En cada cruce, una hoguera inflamando los rostros de los concelebra­ntes. Un ritual benigno, un vínculo con la cadena de la tribu. Vecindad y tradición. Pura antropolog­ía.

Las verbenas son vigilias y bailes. Y estrépito. Las pupilas, siempre las pupilas, de los niños dilatadas por la curiosidad, la noche y la algarabía de los mayores. Los figurantes verbeneros de los terrados, rodeados por largas cintas de ojos infantiles, tímidos, curiosos, o azorados, que esperan su turno vital y las primerizas mariposas de la iniciación sentimenta­l.

Los niños ya no conocen los secretos de tirar cohetes ni petardos que aprendían de tíos y hermanos mayores. No era fácil y ahora no es imprescind­ible. Lanzar un cohete es un acto de poesía efímera. ¿De arte contemporá­neo? Magia ancestral. El cielo rasgado por una lágrima en pos de las ánimas. En algunas geografías se lanza un cohete para cada ser querido, para cada ausencia. Cohetes con nombre y apellido. El refinamien­to chino y el estallido sin elaborar de nuestro litoral. Hay pocas pinturas de fuegos artificial­es, si acaso algún retablo medieval. Sin embargo, la verbena en sí misma parece tema para un impresioni­sta.

Händel escribió Música para los reales fuegos de artificio (1749). Un precursor del piromusica­l. Nada que ver con las antiguas verbenas de azotea. Las de siempre.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain