Picasso y las mujeres de Perpiñán
PASCAL PAVANI / AFP
La exposición de Perpiñán permite ver juntos cuatro retratos que Picasso le hizo a Paule de Lezarme, uno de ellos inédito. Los Lazerme murieron sin descendencia pero ahora gracias a unos coleccionistas que heredaron su patrimonio, se ha podido acceder a varios objetos y documentación que hasta ahora había permanecido escondida. Se han recuperado dos fragmentos de películas domésticas en las que aparece Picasso con sus amigos. Se ha hallado un conjunto de pequeños papeles recortados, entre los que destaca el de una mujer con siete piernas sosteniendo un par de bacalaos. Es La patarra o la Vieja Cuaresma, una imagen religiosa antigua. También de esos años es un dibujo inspirado en unos fuegos artificiales que había visto en Colliure. Y se expone además un pequeño óleo de juventud, Las gallinas, que regaló a los Lazerme. Eduard Vallès, comisario de la muestra, reconoce que se trata de “rarezas”, obras del espíritu que nacen de la improvisación y demuestran que “el Picasso que fue a Perpiñán no era el artista de los grandes tour de force artísticos, sino el hombre que necesita estar al lado de los suyos y adecúa su arte a la cotidianidad más simple y a la vez más liberadora”. Pero la exposición cuenta con algunos óleos importantes de ese periodo, pintados en Vallauris, como Niño jugando con un camión, La sombra, Jacqueline con las manos cruzadas o Mujer desnuda con copa de Turquía. En total se exponen 11 óleos y 29 dibujos de Picasso.
En el libro de oro de la familia Lazerme, Picasso escribió el 7 de agosto de 1954 un poema en castellano que hasta ahora había permanecido también inédito. Muy
en la línea de la escritura automática surrealista, combina elementos clásicos de sus textos como el sexo, la comida o el paso del tiempo. Y empieza así: “Qué culito tan bonito tiene el sol / la tajada de sandía de la luna se lo come en / el plato de cangrejos de sus ojos de mora (...)”
Y otra de la “sorpresas”de la exposición es el conjunto de fotografías que le hizo Raymond Fabre, responsable del Studio Visages, que tenía su tienda precisamente en los bajos de la mansión de los Lazerme. Retrató a Picasso en el interior de la casa de los Lazerme, en el ayuntamiento, en la calle del Ángel, en la plaza Aragó, en los jardines de Sant Vicens (Picasso aparece comiendo higos e inscribiendo su nombre en una hoja de agave). Y en Ceret, en los toros, en una comida popular en Fontfreda, con Cocteau... La serie más conocida es una de verano de 1954 donde aparece con una barretina que le habían comprado en Figueres. En el catálogo de la exposición, Josefina Matamoros explica que ese interés por la barretina, que traslada a varios dibujos, era una forma de demostrar su afecto por una cultura catalana reprimida por el franquismo. También se presenta una fotografía que hasta ahora se creía de Fabre y que ha resultado ser de Picasso.
La exposición sirve para reabrir el museo Jacint Rigau, que se ha ampliado al palacete Mailly, contiguo al de los Lazerme. La permanente se centra en los periodos gótico (destaca el Retablo de la Trinidad), barroco (centrado en Jacint Rigau), moderno (Maillol, Montfreid, Dufy, Terrús...) y actual (Clavé, Grau-Garriga, Daura...), con artistas catalanes exiliados en 1939.
OBRAS DE PICASSO En la exposición hay cuatro retratos de Paule de Lazarme, la anfitriona de Perpiñán
TEXTO INÉDITO Aparece un poema del pintor que empieza así: “Qué culito tan bonito tiene el sol”