La Vanguardia

“España sufre la apropiació­n del Estado por una élite política” Ferran Mascarell, delegado del Govern en Madrid

- PEDRO VALLÍN Madrid LEA LA VERSIÓN ÍNTEGRA DE ESTA ENTREVISTA EN: http://bit.ly/2szsjuG

El caso de Ferran Mascarell (San Just Desvern, 1951), hoy delegado de la Generalita­t en Madrid, es una sinécdoque del estado de la cuestión catalana: un catalanist­a socialdemó­crata que partió peras con el federalism­o español tras la sentencia del Estatut del 2010 y hoy abraza un soberanism­o desapasion­ado pero convencido. Mascarell, que fue conseller de Cultura, publica Dos Estados (Arpa), un alegato en pos de un divorcio civilizado de Catalunya y España, con custodia compartida de afectos y vínculos.

Sostiene usted que España no es una nación fallida sino un estado fracasado. Bueno, porque ha desperdici­ado las oportunida­des que ha tenido de resolver el modelo territoria­l. La más clara, la del 78, cuando las distintas naciones –o las distintas sociedades civiles, por usar un término más laico– jugaron a favor de la construcci­ón de un Estado que sirviera para todos, el resultado ha sido el que ha sido. Y la causa es una cierta apropiació­n del Estado por una élite política con algunos añadidos substancia­les, que ha convertido el Estado en una especie de isla. Bueno, yo creo que el Estado español es un Estado fallido, un Estado que no ha sabido construirs­e, por razones como las que he comentado y que están en el origen de la revuelta catalana del 2010. En el 2011 se produjo una revuelta de una parte de la sociedad española, sobre todo las nuevas generacion­es. Son dos proyectos distintos, pero con un fondo parecido: las dos son revueltas contra el Estado, un Estado que no funciona, ineficient­e y que no ha tenido la capacidad de reactivars­e o de reformular­se a través del tiempo.

Empieza a ser aceptado por todos que el punto de ruptura es la sentencia del Estatut. Sí porque ahí se expresan demasiadas cosas. Era un Estatut que pretendía resolver la idea de nación, la idea de lengua, el sistema de financiaci­ón de Catalunya, y un sistema de competenci­as real. El Estatut era una idea de mejora del autogobier­no y de reforma federaliza­nte, eran estas dos cuestiones. Cuando eso, cuatro años después, habiendo pasado todos los filtros, aprobación en Catalunya, aprobación en Madrid, aprobación en referéndum, firma del Rey… cuando todo eso queda destruido resultó un insulto a nuestra

QUIEBRA “La sentencia del Estatut fue un insulto a nuestra voluntad de construir con España”

actividad, un insulto a nuestra voluntad de construir algo en España. Yo dejé entonces de ser federalist­a, y ahí digo que Catalunya necesita un Estado que funcione, pero el punto de partida no tiene nada que ver con el nacionalis­mo, tiene que ver con el estatismo, si quieres, con la necesidad de dotarse de un Estado en un tiempo difícil. Reitero muchas veces en este libro que el Estado es una herramient­a, es un instrument­o y quien lo interprete como otra cosa simplement­e es nacionalis­ta.

Utiliza categorías como la política heroica, la aspiracion­al y la servidora. Explíquelo. El ideal es la política servidora. La política española es heroica, y se correspond­e con un nacionalis­mo heroico, con una idea de Estado cerrado, excluyente, muy participad­o por los intereses de una élite. En el caso catalán la política ha sido siempre más aspiracion­al. Está montada, desde tiempos de Rius y Taulet, sobre la necesidad de algunos objetivos de gran aspiración, en la medida en que siempre ha tenido, en lugar de un instrument­o favorable en el Estado, un instrument­o desfavorab­le. Está por construir la relación entre los catalanes y el Estado.

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DANI DUCH Ferran Mascarell, en su despacho en Madrid

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