La Vanguardia

Detenido por matar a tiros a su cuñado en Lleida

El cadáver de Eduard Ardiaca apareció en el maletero de su coche, aparcado desde hacía cuatro días en una calle de Hostafranc­s

- MAYKA NAVARRO

Eduard Ardiaca, de 42 años, fue visto por última vez el lunes, sobre las tres de la tarde, a las afueras de la localidad de Albesa, en Lleida. El martes, su mujer, Ana Puiggròs, denunció su desaparici­ón en la comisaría de los Mossos d’Esquadra. El hombre iba en su coche recién comprado, un Volkswagen Golf gris, matrícula 0675JYP. En el maletero de ese mismo vehículo apareció ayer su cadáver, tiroteado, y en avanzado estado de descomposi­ción. El coche llevaba estacionad­o frente al bar El Racó de l’Alfons de la calle Béjar de Hostafranc­s desde el lunes por la tarde. El presunto asesino, Josep Puiggròs, hermano de la mujer de la víctima, ya fue detenido el miércoles. Entró a declarar como testigo y quedó arrestado.

Poco a poco las piezas van encajando sobre la mesa de trabajo del grupo de homicidios de Lleida. La desaparici­ón de Eduard Ardiaca se investigó como violenta desde el primer momento. En la zona donde fue visto por última vez se localizaro­n vainas, munición percutida.

Los Mossos iniciaron la ronda de interrogat­orios de las personas más próximas al entonces desapareci­do. Su mujer, sus hermanos, sus cuñados... Josep Puiggròs fue citado el miércoles como testigo. Ya no salió. Entró en numerosas contradicc­iones, allí mismo le leyeron sus derechos y quedó arrestado como sospechoso de la desaparici­ón del marido de su hermana Ana.

El sospechoso negó en todo momento las acusacione­s. Fueron un par de vecinos de Hostafranc­s los que ayer por la mañana se decidieron a llamar a los Mossos. Desde el lunes había estacionad­o un Golf, al que por cierto ya habían multado por no abonar el parquímetr­o, y del que goteaba un líquido rojo maloliente. Tanto que hasta el dueño del bar de enfrente tiró varios cubos de agua para ver si se iba el mal olor. Los Mossos abrieron el maletero y descubrier­on el cadáver.

A falta de la confirmaci­ón oficial de su identidad, la policía trabaja con la tesis de que el cadáver correspond­e a Eduard Ardiaca. La relación con su cuñado era “buena”, según un familiar la víctima, que ayer en conversaci­ón con este diario se aferraba aún a la posibilida­d de que no fuera Eduard el fallecido. El hombre trabajaba en el servicio técnico de una empresa cervecera y, según este mismo familiar, “las cosas le iban fenomenal”. Otras fuentes, sin embargo, explicaron que Eduard y su mujer se habían quedado atrapados en una maraña de deudas; y habían acudido al hermano de ella, Josep, responsabl­e con el resto de su familia de la conocida empresa leridana Carns Puiggrós.

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LVD Eduard Ardiaca

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