La Vanguardia

“¿Mañana aún tendremos casa?”

Barcelona ha registrado en una semana tres desahucios con cuatro menores implicados

- D. MARCHENA

La princesa de las flores y el niño de la llave mágica parecen personajes de un cuento, pero sus desgracias son bien reales. Son dos de los cuatro menores implicados en los desahucios que ha registrado Barcelona en menos de una semana. El drama de quienes pierden su casa o pueden perderla en cualquier momento no sólo no se detiene, sino que sigue a un ritmo muy preocupant­e. Así lo denuncia la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), amparándos­e en datos oficiales.

La mayoría de los desalojos –casi un 75%– ya no son por retrasos en la mensualida­des de la hipoteca, sino por impagos del alquiler. El año pasado hubo 63.037 desahucios en España, un 6,4% menos que en el 2015. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) afirma que es la cifra más

baja desde el 2013, cuando hubo más de 67.000. Esta es la buena noticia. La mala es que por cuarto año consecutiv­o los desalojos son más de 60.000, muy por encima de los países de nuestro entorno.

Sólo en el primer trimestre de este año ya ha habido 17.055, dice el CGPJ. El martes hubo al menos cinco en Barcelona (al margen de los que pudieron escaparse al control de la PAH). Uno de estos cinco casos fue el de la princesa de las flores. Su madre, Jessica Bueno Conesa, que no tiene inconvenie­nte en aparecer con nombre y apellidos, pide intimidad para su hija, de tres años, y que se cambie su nombre de pila.

La tarde anterior al desalojo, esta niña preciosa, pero de expresión triste, comía cerezas y lucía una camiseta con la inscripció­n “princess of the flowers”. Un recién llegado a su casa, en Gràcia, le encargó un dibujo. Aquella noche, su madre estuvo a punto de llevarla a urgencias porque un extraño picor no la dejaba dormir. El insomnio, la depresión y el estrés, que a veces adopta la forma de una dermatitis atópica, son frecuentes en menores y adultos con esta espada de Damocles. Gracias a la presión de la PAH y de otras madres y padres de la escuela Univers, la de la princesa de las flores, el desalojo se paralizó momentánea­mente...

Menos suerte tuvo al día siguiente en Sants un niño de nueve años: él, su padre y su madre, Eva, embarazada de nueve meses y que ya había salido de cuentas, fueron desalojado­s. Cuando el menor regresó de la escuela, le dijeron para atenuar el golpe que la casa se había inundado y que tenían que irse a vivir con unos parientes. El Ayuntamien­to busca una solución para esta familia especialme­nte vulnerable.

No hay dos desalojos iguales. Los de comercios reconverti­dos en viviendas comienzan a proliferar. Es el caso de Karima, de 49 años, madre de dos niños españoles, Manil, de 9, y Sara, de 10. Karima pagó 33.000 euros por el traspaso en el 2001 de una frutería de Sant Martí, que transformó en un hogar “trabajando como una burra”. Aquí nacieron sus hijos. Incluso cuando la propiedad aprovechó la reforma de la ley de Arrendamie­ntos Urbanos y dio por extinguido un contrato en teoría indefinido, siguió pagando e ingresaba el dinero en la oficina de consignaci­ones del juzgado decano. El día 15, su abogado, Eduard Dopacio, y de nuevo la PAH aplazaron el desahucio.

Esta familia no puede optar a una vivienda social de la Mesa de Emergencia­s, aunque cumple todos los requisitos. Todos, menos uno: no tiene una vivienda, sino un local. Vivienda o local, es su hogar y así lo entendió el Ayuntamien­to en el 2015, cuando Karima se quedó en paro y le dio una ayuda para el pago del alquiler.

Sara ha demostrado una madurez impropia de su edad. Pero su hermano se ha vuelto muy reservado. “Nos tendremos que ir de casa”, le dijo una vez a la psicóloga que le atiende. “No pasa nada por una mudanza”, respondió ella. “No es una mudanza: nos quieren echar”. Al niño le gustaría ayudar a su madre con la llave gigante y mágica que acaba de dibujar. La inmobiliar­ia ha pedido al juez, como en el caso de Jessica y su hija, que la comitiva judicial acuda acompañada de la fuerza pública cuando haya fecha para un nuevo intento de desahucio.

Cada vez que va al colegio Miralletes, donde estudia, Manil pregunta: “Cuando vuelva, ¿tendremos casa? ¿Y mañana? ¿Aún tendremos casa mañana? Un informe de su tutora es muy revelador. La profesora, entonces ajena al drama y preocupada por su bajón escolar, escribió a la madre. El pequeño, decía, “tiene un tono bajo, fuera de lugar, desconecta­do. Se le ve muy preocupado y me pregunto si hay alguna causa que desconozco y que sobrepasa el ámbito escolar”. La causa tiene nueve letras: desahucio.

La capital catalana puede vivir cualquier mañana hasta cinco intentos de desalojo, como pasó el martes

 ?? DAVID AIROB ?? Karima abraza a su hijo, que ha sonreído por primera vez en toda la tarde, después de escuchar que no debe preocupars­e por el futuro y que nunca se quedará sin casa porque “la mejor casa para un niño es el corazón de su madre”
DAVID AIROB Karima abraza a su hijo, que ha sonreído por primera vez en toda la tarde, después de escuchar que no debe preocupars­e por el futuro y que nunca se quedará sin casa porque “la mejor casa para un niño es el corazón de su madre”

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