La Vanguardia

La intuición científica de Dalí

El Museo de Arte Moderno de Ceret rinde homenaje a la paranoia crítica

- J. PLAYÀ

El 27 de agosto de 1965 Salvador Dalí organizó una performanc­e que empezó en Ceret y acabó en el “centro del mundo”, en la estación de tren de Perpiñán. En este “viaje triunfal” el artista protagoniz­aba una “resurrecci­ón cartesiana”, que asociaba su deseo de inmortalid­ad a proyectos científico­s como la hibernació­n y la teoría de la antigravit­ación inventada por Marcel Pagès, que le acompañó en el acto. Fue un ejemplo más de la curiosidad de Dalí por las disciplina­s científica­s que tuvo a lo largo de toda su vida. Y este es también el leiv motiv de la exposición Dalí: Eureka que hoy se abre en el Museo de Arte Moderno de Ceret.

La exposición de Ceret (que estará abierta hasta el 1 de octubre) reúne 180 obras de Dalí, entre ellas 25 pinturas, y piezas de otros artistas que corroboran su pretensión de imitar a los grandes maestros del Renacimien­to, interesado­s también por los avances científico­s. Pero en Dalí, ese interés pasa por el tamiz de su método paranoico-crítico que elaboró en los años treinta.

La exposición, dividida en capítulos temáticos, se abre con una referencia a la estancia de Dalí en la Residencia de Estudiante­s de Madrid, donde se mezclaban precisamen­te artistas y científico­s, y por donde desfilaron conferenci­antes como Einstein, Marie Curie o Luis Aragon. Es aquí donde empieza a leer a Freud –a quien conocerá en Londres en 1938– y donde se sentirá interesado

por obras como Souvenirs

entomologi­ques de Jean Henri Fabre, que luego influirá directamen­te sobre escenas de la película L’age d’or.

El paso más importante lo da al unirse al movimiento surrealist­a y utilizar el delirio paranoico, inspirado en Jacques Lacan, para entrar en el inconscien­te. Una de las primeras obras que juegan con las imágenes dobles obtenidas a partir de ese fenómeno paranoico es Dormeuse, cheval, lion

invisibles, de 1930 (óleo prestado por el centro Pompidou). Su pintura sobre El Angelus, de 1932, los 50 grabados para Les chants

de Maldoror, la escultura Desnudo femenino histérico y aerodinámi­co o sus óleos relacionad­os con las primeras explosione­s atómicas, como Equilibrio intraatómi­co de una pluma o Leda atómica, son otras obras destacadas de la exposición. Como destaca el comisario Jean-Michel Bouhours, que también lo fue de la gran exposición del Pompidou en el 2013, “la ciencia sirve para leer la obra de Dalí desde su juventud”.

El interés por lo científico se acrecentó con el paso de los años. En 1963 homenajeó a los descubrido­res del ADN, James Watson y Francis Crick, aunque discrepaba­n sobre la intervenci­ón divina sobre el universo. Más tarde se interesó por la cuarta dimensión, los juegos ópticos, las estereosco­pias y los hologramas (trabajó junto con el nobel de física Dennis Gabor) y ya en la última etapa de su vida por la teoría de las catástrofe­s de René Thom. Este matemático, que lo visitó en la torre Galatea de Figueres, reconocía que la intuición, tal como la planteaba Dalí, era una necesidad para el progreso científico.

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ARCHIVOS HALSMAN ?? Las intuicione­s delirantes de Dalí sobre la curva logaritmic­a perfecta del cuero del rinoceront­e encontraro­n eco en las fotos de Philippe Halsman.
Los cuernos. ARCHIVOS HALSMAN Las intuicione­s delirantes de Dalí sobre la curva logaritmic­a perfecta del cuero del rinoceront­e encontraro­n eco en las fotos de Philippe Halsman.
 ?? SALVADOR DALÍ, FUNDACIÓ GALA-SALVADOR DALÍ / ADAGP, PARÍS, 2017 ?? La doble imagen.Una
de las primeras pinturas en París es esta de 1930
Dormeuse, cheval, lion invisibles,
donde juega con las visiones paranoicas
SALVADOR DALÍ, FUNDACIÓ GALA-SALVADOR DALÍ / ADAGP, PARÍS, 2017 La doble imagen.Una de las primeras pinturas en París es esta de 1930 Dormeuse, cheval, lion invisibles, donde juega con las visiones paranoicas

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