La Vanguardia

‘Visite di calore’

- ARTURO SAN AGUSTÍN

Campanas vaticanas tañendo, música de Jerome Moross y muchas escaleras romanas que iba subiendo lentamente aquel cardenal de película. Me refiero al protagonis­ta de la novela El

cardenal, inspirada en la vida del cardenal de Nueva York, Francis Spellman. En el cine, aquella historia con nazis, el Ku Klux Klan, dudas abortivas, el amor, la pérdida momentánea de la fe, etcétera, la dirigió Otto Preminger, un joven Joseph Ratzinger trabajó como asesor religioso y el director John Huston interpreta­ba a un cardenal. Esa película, así lo he podido comprobar, influyó en muchos jóvenes que, tras verla, decidieron ingresar en el seminario. Entre ellos –que yo sepa– tres cardenales y dos jesuitas. Ignoro si al arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, también le influyó.

Si hablo aquí de la púrpura cardenalic­ia es porque la próxima semana el papa Francisco hará cardenal a Juan José Omella. Hará, sí. Todos ustedes saben que a los cardenales ni se les nombra ni se les ordena. A los cardenales los hace el Papa en una ceremonia llamada consistori­o. En ella se les coloca el birrete rojo, se les entrega la bula de creación de cardenales y se les asigna un título o diaconía, es decir, una iglesia de Roma. También se les entrega el anillo cardenalic­io. O sea, que dentro de unos días, Omella, que nació en Cretas, un pueblo de la provincia de Teruel, será uno de los príncipes de la Iglesia y mostrará en sus paramentos ceremonial­es ese color rojo púrpura que simboliza la sangre que debe ser capaz de derramar defendiend­o a la Iglesia.

Juan José Omella sabe ser próximo. Mucho más que el papa Francisco. Quizá es que el argentino se esfuerza y el aragonés tiene ese don. Omella es capaz, por ejemplo, de llegar unos minutos tarde a la barcelones­a basílica de la Concepció y que ese breve retraso, pese a los muchos calores, no se le tenga en cuenta. La tarde del 8 de junio Omella llegó con retraso a la basílica ya mencionada, entró vestido con clergyman por la puerta principal, avanzó con paso rápido hasta el altar y desapareci­ó tras él. Segundos después aparecía empuñando el báculo no a la manera eclesiásti­ca, es decir, formalment­e afectada sino como los pastores palestinos suelen apoyarse en sus largos cayados. Luego pidió perdón y dijo que la agenda le había jugado una mala pasada y que el coche que lo había traído iba rápido, pero, eso sí, respetando los semáforos. Siendo próximo, la mirada de Omella parece que siempre tema la presencia de algún cazador emboscado. Pero no hay que alarmarse. Yo creo que este aragonés tiene el oído muy fino y mientras transcurre por el bosque eclesiásti­co de Catalunya capta cualquier crujido de rama por leve que este sea.

Estos días, en Roma, un amigo me contaba que en el consistori­o presidido por Benedicto XVI, que hizo cardenal a Lluís Martínez Sistach, durante la llamada visite di calore, cuando todos los purpurados se dirigían al aula Pablo VI, el cardenal gallego Antonio Rouco Varela se acercó al cardenal barcelonés para saludarlo y entre ellos surgió este breve pero sustancios­o diálogo: “Antonio, en Barcelona te quieren”. Y Rouco, sonriendo, contestó a la gallega: “Alguno habrá, alguno habrá”.

En aquella ocasión la política fue embridada por el protocolo vaticano.

juan josé omella Su mirada parece que siempre tema la presencia de algún cazador emboscado

 ?? LLUIS GENE / AFP ?? El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella
LLUIS GENE / AFP El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain