Cambio de tercio
Las relaciones entre Pedro Sánchez y Albert Rivera se han enfriado desde su fallido pacto del 2016.
Finales de febrero del 2016. Tras una intensa negociación, PSOE y Ciudadanos escogieron para presentar su acuerdo de gobierno, que pretendía desbancar al PP –Mariano Rajoy pasaba por horas bajas y en Génova 13 volvía a sonar el ruido de sables sucesorios–, creando un espacio político de centroizquierda, una sala del Congreso preñada de simbolismo: en una de sus paredes, el cuadro El
abrazo, de Juan Genovés, icono de la reconciliación entre españoles que supuso la transición. En esa jornada, calificada por los dos partidos de histórica, Sánchez y Rivera exhibieron gestos de una complicidad personal y política de la que hoy, año y medio después, apenas queda rastro.
El fracaso del debate de investidura de Sánchez, la posterior campaña electoral –donde el socialista y el liberal no evitaron el cuerpo a cuerpo– y la alianza firmada por Rajoy y Rivera en agosto del 2016 acabaron por diluir toda complicidad entre los dos dirigentes tras el bautizado como pacto del abrazo. Asimismo, la etapa de interinidad del grupo socialista en el Congreso, cuando Sánchez dejó la secretaría general para preparar la estrategia de reconquista de Ferraz, hizo lo propio con los puentes de diálogo que se habían creado entre los equipos negociadores de PSOE y Cs.
“Fueron unos meses difíciles, nos quedamos en muchos casos sin interlocución por la situación de guerra civil que vivía el PSOE”, recuerda un diputado naranja. El todavía portavoz parlamentario socialista, Anonio Herando, hoy en el ostracismo, fue uno de los dirigentes que desempeñó un papel clave en el acuerdo con Cs, conservando abiertos los cauces de diálogo como fontanero de urgencia entre los dos grupos parlamentarios y también entre la dirección de Cs y la gestora socialista de Javier Fernández.
Un rápido enfriamiento entre dos líderes políticos que un día se confabularon para gobernar España que marcará la reunión de Sánchez y Rivera el próximo miércoles en el Congreso. En Cs se muestran muy escépticos sobre las posibilidades de que fragüe esa mayoría alternativa con la que sí sueñan Sánchez y Pablo Iglesias.
Una opción que la dirección liberal, si los casos de corrupción no provocan una hecatombre en el Ejecutivo de Rajoy, ve hoy muy remota.
“Mucho tendrían que cambiar las cosas, la legislatura ya está en marcha, hay un Gobierno estable, con los presupuestos aprobados y con el conflicto sobre Catalunya entrando en sus horas decisivas”, reflexiona un dirigente de Cs. Y desde luego, nunca con Podemos en el mismo barco, el partido con el que Cs se disputa a cara de perro el voto más joven y urbano.
“Pedro Sánchez tiene un proyecto para cargarse a Podemos, Pablo Iglesias tiene el suyo para cargarse al PSOE, pero ninguno tiene un proyecto para España”, señala el portavoz de Cs, Fernando de Páramo.
“Sánchez necesita hacer ruido porque no está en el Congreso, dejarse ver alimentando la posibilidad de una alianza anti PP y volver al escenario de la moción de censura: no vamos a entrar en ese juego”, reflexiona un diputado Cs.
En lo que sí se muestra abierto el partido liberal, tal como le comunicó Rivera a Sánchez en una breve conversación telefónica la semana pasada, es llegar a acuerdos puntuales para impulsar en el Congreso algunas de las medidas del acuerdo de gobierno que sellaron los dos partidos, en materia social y económica. Una manera con la que Cs puede desmarcarse puntualmente del Gobierno y replicar a quienes les acusan de ser una muleta del PP.
Cs descarta sumarse al intento de Sánchez de formar una mayoría alternativa de gobierno a Rajoy