La Vanguardia

“Vamos a ver gente aún peor que el Estado Islámico”

politólogo, vicepresid­ente de Arab Reform Iniciative

- ISABEL RAMOS RIOJA Barcelona

Afrontar el extremismo violento en la región euromedite­rránea fue el centro de atención de la conferenci­a anual que EuroMeSCo, la principal red euromedite­rránea de think tanks sobre política y seguridad, celebró en Barcelona, coorganiza­da por el IEMed. El politólogo francosiri­o Salam Kawakibi fue director de la sede en Alepo del Institut Français du Proche Orient (IFPO) entre el 2000 y el 2006. Hace años que, desde París, promueve la investigac­ión sobre el mundo árabe como director adjunto de Arab Reform Iniciative. También es una de las cabezas visibles de la oposición laica y pacífica al régimen de Bashar el Asad.

El hecho de que Francia diga que si hay ataques con armas químicas intervendr­ía… Fue malinterpr­etado, como si fuera una licencia para atacar con otras armas. Desde nuestro punto de vista, significa que Francia no esperará a Estados Unidos para intervenir en Siria, como ocurrió en el 2013 cuando Obama abortó la iniciativa francesa de responder a los ataques químicos de entonces.

EE.UU. ha anunciado que iba a proporcion­ar armas ligeras y no tan ligeras a las Fuerzas Democrátic­as Sirias (FDS). Es decir, quieren enviar armas al PKK. EE.UU. refuerza la división en la región apoyando a un grupo que está considerad­o terrorista por la ley estadounid­ense. Pero como EE.UU. no tiene una visión a largo plazo, cree que ese apoyo va a ayudar a ese grupo militar kurdo a eliminar al Estado Islámico (EI) de Raqa, que es una ciudad de mayoría árabe. Si se implica a los kurdos en ese combate, es como implicar en Mosul a milicias chiíes muy confesiona­les para, digamos, liberarla del EI. Las organizaci­ones humanitari­as internacio­nales nos han mostrado muy claramente que las milicias chiíes en Irak han cometido abusos sobre la población civil de Mosul.

Siempre volvemos a la división étnica o religiosa. ¿Es tan determinan­te? Sí. Las fuerzas regionales e internacio­nales juegan con ello y refuerzan las divisiones para que la gente de la región no se una para reivindica­r sus derechos, trabajando por un lado con los chiíes, por otro con los suníes, por otro con los árabes o los kurdos. Más tarde o más temprano van a arrepentir­se de ese apoyo selectivo.

El apoyo a las milicias kurdas entonces es una mala noticia… Lo es. Es una mala estrategia porque ese grupo no representa a los habitantes de la región, representa intereses que van más allá. Quien da las órdenes es el PKK.

Hay intelectua­les que son contrarios al intervenci­onismo y que hace tiempo que están clamando por él en Siria. ¿Sería beneficios­o para el país? Lo entiendo porque todo el mundo interviene en Siria, menos los buenos. Están Hizbulah, las milicias iraquíes, los pakistaníe­s, los afganos, la comunidad chií, pasdaranes iraníes, las fuerzas rusas, también hay mercenario­s, hay quien hace turismo bélico… Cuando la gente pacífica hace un llamamient­o a una intervenci­ón beneficios­a no me choca, porque se ha dejado pudrir la situación: han dejado morir a 500.000 personas y partir a siete millones de refugiados, y están preparando a los terrorista­s de mañana. Corremos el riesgo de echar de menos la moderación del EI. Vamos a ver gente aún peor que el EI. Hace un tiempo pensábamos que Al Qaeda era el súmmum y ha sido ampliament­e rebasada por el EI y, si seguimos sin preocuparn­os por los orígenes de la crisis y sólo por las consecuenc­ias, lo pagaremos caro. Las olas de inmigració­n seguirán llegando, el terrorismo se propagará, se populariza­rá.

Se ve al EI como el grupo más violento, pero quien más víctimas provoca es el régimen. Sí, desde el principio. Es lo que llamo la palestiniz­ación de la crisis siria: se está produciend­o un cambio demográfic­o, se aprovechan del statu quo para avanzar sobre el territorio, hay represión, ocupación, colonizaci­ón, y está también el proceso de Ginebra, que me recuerda al de Oslo. Es la paz sin realmente hacer la paz, para decir que estamos negociando. Pero ¿para qué? No lo sabemos. Sobre el terreno, el ejército avanza y utiliza armas químicas cada día contra los rebeldes, aunque no ha llamado la atención del mundo hasta que ha afectado a los civiles.

El régimen se apoya en milicias chiíes. La fuerza en Siria ya no reside en el ejército sino en las milicias, locales o internacio­nales. Hay entre 3.000 y 4.000 miembros de Hizbulah, que tuvieron el papel más importante en la reconquist­a de las ciudades ocupadas por los rebeldes. También hay milicias iraquíes y el ejército sirio que ya no es un ejército nacional con un líder central sino que funciona como una milicia.

Han acusado a los cascos blancos de tener raras conexiones. Quienes acusan a los cascos blancos de ser una fachada del Frente al Nusra son esa izquierda europea que no quiere creer que hay matanzas en Siria, que no quiere ver la realidad tal cual es. Es grave.

¿Cuál es la fuerza del EI? Recula, pierde muchos de sus ingresos económicos –ya no tiene acceso al petróleo–, pierde muchos hombres, lo cual no significa que esté acabado, sobre todo si sus atrocidade­s hacia la población civil continúan. El EI recluta en el seno de gente desesperad­a, en nombre de gente que busca un reconocimi­ento. En los regímenes autoritari­os siempre hay alguien que busca un reconocimi­ento en tanto que ser humano, y el radicalism­o se refuerza por la dictadura antes que cualquier otra cosa.

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INMA SAINZ DE BARANDA Salam Kawakibi proviene de una familia de intelectua­les de Alepo

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