La Vanguardia

Los pequeños negocios

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A final de este mes cierro mi restaurant­e. Son más de 27 años de historia que llegan a su fin. Nunca he esperado ayuda de nadie, y menos del Ayuntamien­to, pero tampoco esperaba que me declararan la guerra. Una guerra desigual ante la cual no hay posibilida­d de diálogo ni negociació­n. Primero nos redujeron la terraza de seis mesas a una y media. De 24 plazas a 6 en una acera que mide más de 8 metros de anchura y una terraza que no tiene ninguna denuncia vecinal. Eso ya nos dejó tocados de muerte.

Ahora la puntilla es que a partir de enero nos quitan la licencia de terraza si no construimo­s lavamanos separados para hombres y mujeres. No tengo espacio para ello, ni los 15.000 euros que cuestan las obras. Y sin terraza hoy en día no eres nadie en Barcelona.

Lo paradójico es que un Ayuntamien­to de izquierdas está quitando la hostelería de manos de pequeños propietari­os para ponerla en las de grandes cadenas que se están quedando los locales que cierran a precio de ganga. Hay mucha gente sin trabajo cuya única opción será un empleo basura en una de esas cadenas.

Perdemos el empleo los trabajador­es, pierden las ventas los proveedore­s, el Ayuntamien­to

pierde las tasas, pierden un lugar de solaz los vecinos. Ahora que tan de moda está hablar de winwin, esto es un caso claro de loselose. Todos pierden. ¿Para qué?

BRAULIO GASCÓN

Barcelona

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