Ratonera sin solución
El Ebro y Tarragona siguen a la espera de que Fomento y Generalitat actúen ante la siniestralidad y colapso de la N-340
La N-340 seguirá siendo, un verano más, una trampa que esquivar a su paso por las Terres de l’Ebre y en los tramos del Tarragonès y el Baix Penedès, donde no hay otra alternativa de vía rápida y segura que no pase por la AP-7 y sus peajes. Lo saben bien los vecinos ebrenses, hartos de accidentes mortales y colas y los que, casi cada fin de semana, especialmente durante la temporada de playas, se quedan atrapados entre Altafulla, Torredembarra y El Vendrell, donde la vieja carretera sigue a la espera del desdoblamiento de una autovía (A-7) que muere en Tarragona.
Tras el alud de siniestros mortales del verano del 2015 en el Ebro, han pasado ya dos años de manifestaciones, cortes de carretera y denuncias, reuniones entre Fomento y Generalitat y posibles soluciones puestas sobre la mesa de las negociaciones. Ni se ha concretado nada ni aparece, al menos por ahora, ninguna solución a la vista. Ni el Ministerio de Fomento ni tampoco la Generalitat, con competencias en la ordenación del tráfico, prevén que se pueda anunciar a corto plazo ninguna medida para paliar el colapso y la peligrosidad de la N-340. “Llevamos más de dos años y medio reclamando la gratuidad de la autopista AP-7 y la construcción de la autovía A-7. Al principio se habló de la bonificación para los camioneros, y nada de nada; después, de la gratuidad para los vecinos del Ebro, tampoco; y ahora se habla de la euroviñeta. Pensamos que nos están tomando el pelo”, dice Josep Baubí, de la Federació d’Associacions de Veïns de Tortosa (Baix Ebre), una de las entidades más combativas.
Piensan más o menos lo mismo en el otro tramo en conflicto, con sus alcaldes agrupados en el Pacte de Berà, ente que ha liderado en el norte de Tarragona los cortes de carretera en la N-340 para exigir soluciones. “Las reivindicaciones siguen siendo las mismas: a largo plazo, la definición de una solución definitiva con la prolongación de la A-7, como vía alternativa de gran capacidad, y a corto plazo, la única solución que vemos es la gratuidad de la AP-7 para permitir el desvío del tráfico”, razona Martí Carnicer (PSC), alcalde de El Vendrell (Baix Penedès). “La pelota sigue sobre el tejado de Fomento y la Generalitat, no entendemos por qué va pasando el tiempo sin soluciones”, añade Carnicer.
“El verano ya ha empezado y, si no se produce una gran sorpresa, Fomento no tiene nada previsto”, lamenta Fèlix Alonso (En Comú Podem), diputado y alcalde de Altafulla (Tarragonès). En conversaciones en los pasillos del Congreso, Fomento asegura que sigue “afinando” una solución para hacer realidad el desvío obligatorio de los camiones, pero la realidad es que hasta ahora han podido más el lobby de los transportistas y la ineficacia del Gobierno. Alonso interpreta la pasividad de Fomento como una maniobra para ir ganando tiempo, con el final de la concesión de la AP-7 ya en el horizonte, para el tramo del Ebro en el 2019.
Los primeros encuentros para atajar el drama de la N-340 en el Ebro se remontan a otoño del 2015, entre la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, y los consellers Sant Vila (Territori) y Jordi Jané (Interior). Han cambiado ministros y consellers, y no se ha concretado nada, ante la indignación del territorio. Incluso el RACC realizó una dura campaña denunciando la inacción de Fomento y la mortandad de la vieja carretera, hace un año. La Generalitat movió ficha, apostó por el desvío bonificado y obligatorio de camiones por la AP-7, como se hizo en Girona, y Fomento ya lo dio por hecho en octubre del 2016, tras llegar a un acuerdo con Abertis, concesionaria de la AP-7. Pero nada se ha movido. “Exigimos una solución urgente con la gratuidad inmediata de la AP-7, hasta ahora sólo se han pintado líneas continuas y rotondas, no podemos esperar más”, apostilla Baubí.
Ha llegado otro verano y no se ha hecho realidad ni el desvío obligado de los camiones, que parecía seguro un año atrás