Conociendo a Valverde
Las formas suaves del nuevo entrenador han caído bien en un club estresado
El Barça es un club estresado. Lleva tanto tiempo así que se corre el riesgo de pensar que es ese su estado natural. Su grandeza es al mismo tiempo su miseria. Convive la entidad en paralelo a un vocabulario impropio de un club deportivo: crisis institucional, judicialización, moción (presunta) de censura, ebitda, ratio, fondo de armario, dircom, modelo, estilo, fundación... Quizás por eso la llegada de Ernesto Valverde, el hombre del cual depende en realidad el éxito del Barça o el ruidoso triunfo de todo lo anterior, ha provocado un entusiasmo contenido en todas aquellas personas de los distintos departamentos que han mantenido algún contacto con él.
Valverde huye del estrés, al menos esa imagen logra transmitir. Sus formas son suaves, y eso es novedad en un club conocido como “el monstruo” por algunos de sus empleados, habitantes de un pequeño mundo en el que abundan las guerras internas. El nuevo entrenador no es de usar los codos. Ha despachado ya con el presidente Josep Maria Bartomeu, con el secretario técnico Robert Fernández (lo hace a diario a través del teléfono) y con varios ejecutivos (sobre todo con Albert Soler), y la percepción es semejante en todos los interlocutores. Estamos, explican, ante una persona serena y reflexiva, que piensa mucho las cosas antes de tomar la palabra y cuya aparente fragilidad no se corresponde con una personalidad endeble sino con una de fuertes convicciones.
El nuevo inquilino del banquillo del Camp Nou conoce los movimientos que se están haciendo para reforzar a su plantilla, las bajas que se están negociando, así como los detalles de la gira que su equipo hará por EE.UU. De momento no se ha puesto a la defensiva y busca el consenso antes de decidirse, características que le aúpan como “hombre de club”, descripción muy celebrada a escala interna, en contraposición con el tono áspero de su predecesor. Obviamente cualquier persona del club preguntada por el palmarés que deja Luis Enrique firmaría a ciegas que Valverde sea capaz de acercarse, pero de momento puede celebrar (que no lo hará porque no vale para nada) esa anecdótica victoria. Valverde no sintoniza especialmente con los elementos accesorios del nuevo fútbol, léase marketing, publicidad y globalización de la marca Barça, pero entiende que es un peaje que debe pagar como parte inherente de su cargo. “Entiende que viene a ser entrenador y sabe perfectamente que la palabra transición en el Barça no existe”, comenta un ejecutivo del club.
También se destaca de Valverde su profundo conocimiento de la institución, no sólo por haber defendido sus colores como jugador dos temporadas (1988-90), sino también porque se ha empapado de información acudiendo recientemente a fuentes fiables. Amigo de Pep Guardiola, el exentrenador del Athletic ha querido conocer la opinión del de Santpedor, voz autorizada para escanear lo que le espera al técnico extremeño, tanto por su experiencia como jugador como por la de entrenador de éxito. Ha habido otras consultas, de otra manera no se entiende el alto nivel de conocimiento (comentan quienes le tratan estos días) de la idiosincrasia del club azulgrana.
Reservado en cuanto a la protección de la intimidad de su familia (está casado y tiene tres hijos), todas las aficiones no futboleras de Valverde conducen a pensar en una persona de carácter introspectivo. Culto, su devoción por la literatura arrancó ya en su época de futbolista, una rareza que ha seguido cultivando hasta hoy, entablando amistades con autores como David Trueba, con quien, obviamente, también ha compartido alguna charla hablándole ya de su nueva aventura en el Barça. Seguramente dará para un libro futuro. También rompía tabúes en aquellos vestuarios de los ochenta y los noventa al acompañarse de una cámara. Su afición por la fotografía ha crecido con los años: ha publicado libros y organizado exposiciones. Le gustan también el ajedrez y el ciclismo, disciplinas ambas a su manera invitaciones a retarse en solitario.
En cambio, no es demasiado fan de la prensa, en concreto de la especializada, que dice no seguir, pero su amabilidad en el trato con los periodistas no es negociable. En cuanto a su imagen, conecta poco con la tendencia de algunos de sus colegas de profesión por la ropa de marca. Sus gustos en ese sentido son sencillos desde siempre.
Sea cual sea el foco o el encuadre, la fotografía de Valverde devuelve el retrato de un tipo sencillo.
LA INFORMACIÓN Habla a diario con Robert Fernández y se ha empapado del club con ‘asesores’ como Guardiola
LA PERSONALIDAD Celoso de su intimidad, aficiones como el ajedrez, la fotografía y el ciclismo describen a un tipo reflexivo