La Vanguardia

Doñana, en vilo por el fuego ORIGEN INCIERTO ESPECIE AMENAZADA HORAS DE ANGUSTIA

Dos mil personas evacuadas por las llamas, que amenazan el parque nacional

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Que el fuego no llegue de ninguna manera al parque nacional de Doñana, la gran joya medioambie­ntal española. El objetivo fundamenta­l de los cerca de 550 efectivos que combaten, desde la noche del sábado, el incendio que se declaró en una zona de pinares y cultivos conocida como La Peñuela de Moguer (Huelva) es evitar que las llamas sigan avanzando por el paraje natural, el cinturón que protege el corazón del parque, donde han causado graves daños que aún no se han podido cuantifica­r.

Veinticuat­ro horas después de iniciarse, el siniestro en Doñana se encontraba todavía fuera de control a última hora de ayer. El fuerte viento que se levantó después del mediodía dificultó la actuación de los medios desplegado­s y los efectos del incendio, en forma de humo y lluvia de cenizas, alcanzaron zonas muy alejadas como Conil, Sanlúcar o la propia ciudad de Cádiz. La zona quemada es hábitat natural de cientos de especies, entre ellas el lince ibérico. En las últimas horas el viento roló a norte, una buena noticia para los bomberos, pero puede cambiar en cualquier momento.

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, garantizó la utilizació­n de todas las medidas especiales necesarias para que “la incidencia en el paraje natural sea la menor posible, aunque el viento empuje las llamas hacia allí”. A primera hora de la tarde, la Guardia Civil procedió a cortar la carretera que une la localidad de Almonte con el núcleo turístico de Matalascañ­as, donde en torno a 50.000 personas quedaron aisladas entre las cinco de la tarde y las nueve de la noche, momento en el que se habilitó un carril de salida hacia El Rocío.

Dominar las llamas se convirtió ayer en una empresa muy complicada en la que participar­on más de 25 medios aéreos y centenares de personas en tierra, entre ellas más de un centenar de miembros de la Unión Militar de Emergencia­s (UME). Se trata de una zona densamente arbolada, donde las brasas saltaban de un pino a otro a gran velocidad. Si la ausencia de viento a primeras horas de la mañana del domingo permitía cierto optimismo, a partir de las dos de la tarde se levantó “un verdadero vendaval”, en palabras de un representa­nte ecologista, que avivó las llamas. Un viento incontrola­do que rolaba en dirección cambiante, lo que dificultab­a la lucha de los bomberos y el vuelo de las aeronaves.

El recuerdo de la tragedia acaeci-

da en Portugal estuvo presente en Huelva desde el principio. “Bajo ningún concepto queríamos que pudiera suceder algo parecido, así que se ordenó la evacuación inmediata de la zona, aunque en algunos casos nos pudiéramos pasar de previsores”, señala uno de los responsabl­es del Infoca, el organismo de la Junta de Andalucía para la lucha contra los incendios. La virulencia de las llamas hizo que una hora después de declararse el fuego, hacia las 21.15 del sábado, se activara el nivel 1 del plan de Emergencia­s por Incendios Forestales. A las tres de la madrugada del domingo se solicitó ayuda a la UME.

Más de 2.000 personas fueron evacuadas en esas primeras horas en las que el fuego avanzó quince kilómetros, entre ellas los clientes del parador nacional de Mazagón, el hotel Solvasa y dos campings de la zona, uno de ellos, el Doñana, atiborrado de personas ya que se trata de una enorme instalació­n, muy frecuentad­a por sevillanos y onubenses que suelen refugiarse allí de las altas temperatur­as. También se evacuaron las instalacio­nes del Instituto Nacional de Técnica Aeroespaci­al del Ministerio de Defensa (INTA), un centro de rehabilita­ción de toxicómano­s y varios inmuebles de la zona conocida como casas de Bonares, dos de los cuales resul- taron alcanzados por las llamas.

El turístico enclave de Mazagón, cuyos moradores vieron avanzar las llamas hacia ellos, se vació en cuestión de pocas horas. Todo el mundo quería salir de allí, sin importar los bienes que dejaban atrás. Salvar la vida era lo prioritari­o. Se vivieron los primeros momentos de pánico e incertidum­bre ante la duda de qué hacer. Sergio Gutiérrez estaba en la casa que los padres de su novia, Olaya García, tienen allí. Cuenta a La

Vanguardia que mucha gente se refugió en la playa. “Nosotros preferimos marcharnos a Huelva, pero no por la carretera de la costa, que pasaba cerca de las llamas, sino hacia Matalascañ­as, dando un gran rodeo. No queríamos vernos atrapados como sucedió en Portugal”, asegura.

“Era un verdadero infierno”, señala Macarena Cuesta, propietari­a de un bar en Mazagón. “En los primeros momentos la incertidum­bre era total. Muchas personas recorrían la orilla del mar sin saber cómo actuar, después la situación se fue serenando y la gente pudo salir con cierto orden”, añade.

Anoche se activó el protocolo de evacuación del centro de cría en cautividad del lince ibérico El Acebuche , pero sólo se pudieron trasladar 14 de los 25 linces. Al resto se les dejó la puerta abierta para que puedan huir si se acerca el fuego .

Según las autoridade­s, “la actuación fue rápida y la coordinaci­ón, ejemplar”, como se encargó de destacar Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, que estuvo presente durante toda la jornada en el puesto de mando establecid­o en Mazagón. El rey Felipe VI se interesó personalme­nte por la evolución de los acontecimi­entos y Pedro Sánchez mantuvo una breve conversaci­ón con Susana Díaz.

José Fiscal, consejero de Medio Ambiente, daba por segura la responsabi­lidad humana en el inicio del fuego. Susana Díaz invitó a ser prudentes, pero señaló: “Vamos a llegar hasta el final para saber qué ha causado el incendio”. Los servicios de emergencia­s llevaban varios días en alerta y la falta de lluvias, el fortísimo calor y el viento se habían convertido en un cóctel molotov para la naturaleza andaluza. Al final, la bomba explotó en Doñana.

El incendio se inició el sábado hacia las ocho de la tarde por causas aún desconocid­as

Agricultur­a ordena la evacuación del centro de cría en cautividad del lince ibérico

Cincuenta mil personas quedaron aisladas durante cuatro horas en Matalascañ­as

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Una mujer se abraza desolada a una niña en Mazagón mientras otro vecino observa las llamas consternad­o
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CRISTINA QUICLER / AFP

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