Maletas con mucha historia
Cuando Walter Benjamin se suicidó en Portbou en 1940, desapareció con él la maleta que llevaba. Durante años, la maleta de Portbou ha sido como una especie de grial para sus seguidores, pues se creía llevaba el original manuscrito de su última obra. No parece que fuese así, pero esa maleta es hoy una metáfora del exilio (el 20 de julio en Arts Santa Mònica se abre la exposición Les maletes de W.Benjamin. Dispositius migratoris). En el Museu de l’Exili de La Jonquera se exhibe la maleta con la que se marchó en 1939 Miquel Santaló, relevante pedagogo de Girona que llegó a conseller y ministro de la República. Pero probablemente sea “la maleta mexicana” de Robert Capa la más
M célebre. Contenía tres pequeñas cajas de cartón que guardaron durante siete décadas los negativos de más de 3.000 fotos que Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour tomaron en la Guerra Civil. La abandonó en París, en 1939, al huir ante el avance nazi y se recuperó
en el 2007. Peripecias similares siguieron los negativos de dos fotógrafos españoles: Francesc Boix y Agustí Centelles. Del primero se conservó una maleta con 536 negativos sobre el campo de Mauthausen que llegó a manos de Montserrat Roig, cuando preparaba Els catalans als camps nazis.
Centelles huyó a Francia en 1939 y se llevó una maleta con los negativos. Cuando regresó en 1944, la dejó oculta en Francia y sólo la recuperó tras la muerte del dictador. Recientemente los familiares del escritor Joaquim Amat Piniella cedieron a Manresa una maleta con documentos literarios y personales inéditos. Y ahora aparece la maleta de Buigas.