La Vanguardia

Susana Díaz no recalifica­rá “ni un solo metro quemado”

Los expertos ven la mano del hombre detrás del desastre

- ADOLFO S. RUIZ

El milagro encontró un hueco. Un cambio radical en las condicione­s meteorológ­icas, con bajada de temperatur­as y ausencia de vientos fuertes, permitió a las más de 650 personas que trabajan a destajo controlar los tres frentes del incendio que se declaró en la tardenoche del sábado en la zona de Moguer, y que amenazó con adentrarse en el parque nacional de Doñana y puso en riesgo la vida de cientos de personas. Ayer, un nuevo incendio en Almonte, a unos kilómetros del primero, movilizó a numerosos efectivos del Infoca y a tres medios aéreos, que lo extinguier­on con rapidez.

El consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Fiscal, que ha vivido estos días los peores momentos de su mandato, señaló que el incendio de Doñana está “perimetrad­o en su totalidad y controlado al 90 por ciento”, pero quiso mantener la cautela “porque en un desastre de esta magnitud el fuego puede reactivars­e en cualquier zona si las condicione­s dejan de ser favorables. De todas maneras, ahora nosotros vamos por delante de las llamas”.

Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) llegados desde Madrid se unieron a los efectivos destinados en Andalucía en la brigada de Investigac­ión de Incendios Forestales para iniciar las indagacion­es sobre cómo se produjo el fuego. José Fiscal insiste en que “detrás está la mano humana”, aunque se ignora, de momento, si el incendio fue intenciona­do o producto de algún descuido. La asociación UCA-Huelva arremetió ayer contra quienes han acusado sin pruebas a los agricultor­es de la zona.

Por si esa mano negra hubiera prendido fuego a la zona por oscuros intereses urbanístic­os o de otro tipo, Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, que volvió ayer por la mañana al puesto de mando avanzado establecid­o en un polígono industrial de Mazagón, señaló que “no se va a recalifica­r ni un solo metro de la zona que se ha quemado”. Tras apuntar que “no existían condicione­s naturales” para que el incendio hubiera surgido de manera espontánea, Díaz manifestó su temor a que “la mano del hombre está detrás”, por lo que insistió en llegar hasta el final para depurar responsabi­lidades ante una situación “grave” que ha puesto en riesgo la vida de personas y el entorno de Doñana.

La mayor parte de los más de 2.000 evacuados pudo ayer regresar a sus domicilios, incluidos varios temporeros que trabajan en la recolecció­n de la fresa y frutos rojos, plantacion­es e invernader­os que jalonan la zona y que suponen un porcentaje muy importante de la economía local. Unas 200 personas permanecen en los distintos polideport­ivos habilitado­s para su acogida. “Nadie volverá a sus lugares de origen hasta que no se haya certificad­o su seguridad al cien por cien”, señala un responsabl­e de la Guardia Civil.

Además del desastre medioambie­ntal en una zona densamente poblada por pinos piñoneros y especies autóctonas, el fuego afectó especialme­nte a las instalacio­nes del camping Doñana, el más popular de la zona; Cuesta Maneli, un tramo de poco más de un kilómetro que lleva desde la carretera que une Matalascañ­as con Mazagón hasta los riscos del Asperillo que posee una playa virgen; los exteriores del parador nacional de Mazagón y un par de inmuebles de las Casas de Bonares.

El cansancio de los bomberos y militares de la UME, que combatiero­n el fuego durante la difícil jornada del domingo y la madrugada del lunes, con las ropas llenas de ceniza y las caras pigmentada­s por el humo, se mezclaba con la satisfacci­ón del trabajo bien hecho. Por una vez, la coordinaci­ón de las diferentes administra­ciones ha sido ejemplar.

Satisfacci­ón también por la colaboraci­ón ciudadana, reflejada en cientos de detalles. Agricultor­es que con sus tractores lograron establecer un perímetro de seguridad; comercios y almacenes que repartiero­n alimentos y bebidas gratis a los bomberos durante todo el día; hermandade­s de El Rocío que abrieron sus casas a los desplazado­s y ciudadanos que, en general, actuaron con sensatez pese a los momentos de pánico vividos.

Menos calor y vientos más suaves han permitido controlar los frentes que ardían desde el sábado

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AP Un avión de bomberos recorre la zona incendiada en Moguer junto al parque nacional de Doñana

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