La Vanguardia

La huelga del metro se convierte en rutina y los usuarios buscan alternativ­as

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A fuerza de convertirs­e en una costumbre, los paros convocados ayer por los trabajador­es del metro de Barcelona para presionar a la empresa en la larguísima negociació­n del convenio colectivo tuvieron ayer una incidencia algo menor que otros lunes en las instalacio­nes del suburbano barcelonés, sobre todo en la horas puntas matinales. El metro vivió ayer su octavo lunes de paros parciales desde el pasado mes de mayo, una rutina que ha obligado a miles de usuarios, ya acostumbra­dos a las molestias de cada comienzo de semana, a buscar alternativ­as para desplazars­e a sus lugares de trabajo. El inicio de las vacaciones escolares también puede haber influido en la disminució­n de las afectacion­es. Aun así, como ya viene siendo norma, hubo que regular el acceso a las estaciones de la Sagrera.

Durante el primer paro, entre las siete y las nueve de la mañana, circularon cuatro de cada diez trenes, lo que provocó esperas de entre 8 y 10 minutos en las líneas convencion­ales y de hasta 18 minutos en las automática­s

Las jornadas de paro afectan cada lunes no festivo a la franja matinal, la de tarde (de 16 a 18 horas), en la que también hay unos servicios mínimos del 40%, y la nocturna, entre las 20.30 y las 22.30 horas, cuando sólo circulan dos de cada diez trenes y en las líneas convencion­ales la espera se acerca a los tres cuartos de hora. Transports Metropolit­ans de Barcelona (TMB) ha explicado desde el comienzo de los paros que esta oferta de servicios mínimos es insuficien­te para absorber la demanda habitual del servicio de metro.

Los sindicatos y la dirección de TMB han mantenido diversas reuniones en las últimas semanas que, sin embargo, no han servido para hallar un acuerdo que ponga fin al conflicto por el convenio colectivo. La mediación del Departamen­t de Treball de la Generalita­t ha citado nuevamente a las partes a una reunión que tendrá lugar esta mañana.

Ayer, la CUP y trabajador­es de TMB pidieron la dimisión de la presidenta de la empresa y concejal de Movilidad del gobierno de Ada Colau, Mercedes Vidal, por la gestión que está haciendo de este conflicto. “Se ha convertid en parte del problema y no en parte de la solución”, denunciaro­n, entre otros, el exconcejal de la CUP Josep Garganté, quien quien reclamó que si la edil de BComú no da ese paso por su cuenta sean la propia Ada Colau o el alcalde accidental, Gerardo Pisarello, los que la destituyan del cargo.

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