La Vanguardia

Casa en Normandía

El artista malagueño permaneció cinco años en el castillo de Boisgeloup, donde desarrolló una intensa actividad

- Ó. CABALLERO París

Es un lapso menos conocido: Picasso residió y trabajó un lustro en Normandía, en el castillo de Boisgeloup; sin embargo, ningún libro ni exposición se había ocupado de aquel periodo (1930-35) intensamen­te creativo, sobre todo en escultura (gracias al encuentro fundamenta­l con Julio González) pero también pintura, dibujo, grabado, fotografía e incluso escritura. Normandía acoge su primera exposición significat­iva sobre Picasso. Y lo hace con tres frentes: pintura en general, cerámica y escultura.

El museo de Bellas Artes de Rouen (la mayor colección impresioni­sta detrás de la de París; obras maestras de Géricault, Corot, Courbet..) recrea Boisgeloup, que al mismo tiempo y por primera vez se ha abierto al público.

A 60 kilómetros de París aquel castillo, cuyo nombre derivaría de Bois Jaloux, bosque celoso, un bosquecill­o al abrigo de miradas, había servido de fuerte militar en el siglo XIV. Más tarde, Françoise Gilot se referirá a Boisgeloup como “el castillo de Barba Azul”.

En cualquier caso, allí, por primera vez, Picasso encuentra espacio para instalar un taller de escultura, disciplina que había vuelto a interesarl­e desde que en 1928, cuando le encargaron el monumento a Apollinair­e, coincidió con Julio González.

Pero en el taller de escultura que instaló en lo que fueran caballeriz­as no trabajará el hierro sino el yeso, más sencillo. Y en el luminoso primer piso instaló caballete. Pero sobre todo, Boisgeloup le permitió reunir por primera vez su ya vasta producción en un solo lugar.

Brassaï, fotógrafo y amigo, que realizó un reportaje de la caballeriz­a taller para el primer número de la revista Minotaure, suponía que “más que el castillo y su historia, lo que sedujo a Picasso fue la cantidad de espacios a colonizar”.

Según Brassaï, “Picasso estaba aburrido de terminar cada veraneo en Dinard, Cannes o Juan les Pins, con ingentes mudanzas, a causa de su constante producción. “Era un permanente embalar y desembalar telas y dibujos, pinturas y cuadernos, pequeñas esculturas”.

El yeso, “sustancia sin mácula y dócil entre todas” según André Breton, le permitirá concluir rápidament­e una Grande Statue, alabada por Kahnweiler y hoy desapareci­da. Pero hay cantidad de variacione­s libres en yeso, del rostro y el busto de Marie-Thérèse Walter, realizadas en la caballeriz­a.

Bellas Artes despliega la obra de Bosgeloup en Taller de esculturas, Laboratori­o de las formas, Marie-Thérèse genio protector

(abierto empero a Julio González, Kahnweiler, Michel Leiris,

los Braque, los Zervos…), Minotauro y Boisgeloup, la invención de un idioma.

El Musée de la Céramique (palacete del 1600, con un fondo de 5.000 obras) se vuelca por su parte en ese reencuentr­o de Picasso con la cerámica, en 1946, en Vallauris. Y aunque desde hace veinte años sean frecuentes las exposicion­es dedicadas al tema, el museo de Rouen se centró “en la dimensión escultóric­a de sus investigac­iones formales en torno a las nociones de forma, de apropiacio­nes de los espacios y también del vacío”.

Adecuado puente a la tercera muestra, sobre La amistad de hierro –título de la exposición– de Picasso y González, “el primer escultor que consideró el hierro como un material de arte moderno”, integrada en la celebració­n descentral­izada de los cuarenta años del Centro Pompidou.

Atractivo adicional, el singular espacio del museo Le Secq des Tournelles, de artes del hierro. Ya en 1934, Ricardo Pérez Alfonseca establecía que “llama la atención, en González, su manera de plantear el problema del espacio y de la luz y su forma de resolverlo… sus obras están hechas de hierro y de espacio forjado”.

Queda claro lo que atrajo a Picasso; cuál fue la razón profesiona­l de una relación en la que cada uno fue alternativ­amente maestro y discípulo. Un mimetismo, en fin, representa­do en la exposición por un cuaderno de Picasso, ese adminículo personal e intransfer­ible de los pintores, en el que muchas hojas son obra de la mano de González.

En el taller de escultura, que instaló en las caballeriz­as, no trabajó el hierro, sino el yeso, más sencillo

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ANÓNIMO / MUSÉE PICASSO Picasso, primero por la izquierda, en Rouen (Normandía), en 1946

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