Denislandia
Denis Suárez lucha por no perder comba en la sub-21 y en el Barça
Denis Suárez juega estos días sus últimos partidos con la selección española sub-21 en el Europeo de Polonia. Tiene 23 años y cinco meses, así que es fácil deducir que es el más veterano del equipo. Se acaba por tanto una época para el centrocampista gallego. Entrará en otra en la que perderá esa red que suele amortiguar las críticas más corrosivas, protegido por una juventud que termina.
Suárez iniciará su segunda temporada en el primer equipo del Barça después de una primera de rendimiento y apariciones descendentes, pero no lo suficiente como para rendirse. “De aquí no me sacan”, asegura a quien se le acerca, ilusionado con la llegada de Ernesto Valverde al Camp Nou pese a ser consciente del difícil reto que le espera. El excedente de centrocampistas en Can Barça es monumental. A los Busquets, Iniesta, Rakitic, Rafinha, André Gomes, Sergi Roberto y el pujante Aleñá habrá que añadir a Verratti u otro sucedáneo en su lugar (Paulinho). De momento, Denis ya ha comunicado que sacrificará parte de sus vacaciones y acudirá a la gira de EE.UU. pese a corresponderle un descanso mayor. Su intención, obviamente, es luchar por mejorar su estatus en el Barça.
España juega hoy contra Italia en las semifinales (21 horas, Cuatro) y no es segura su titularidad. Debutó en el once inicial contra Macedonia, jugó apenas diez minutos contra Portugal, y recuperó el sitio y el brazalete contra Serbia en una buena noticia con trampa: marcó un gol pero el partido no era trascendente porque España ya había hecho el trabajo. Celades deberá elegir entre él y Ceballos contra los italianos. Marco Asensio no tiene ese problema. Denis Suárez puede llevar el 10 en la espalda pero el hombre de moda, con merecimiento, es el del madridista que luce el 11.
Es fácil deducir por qué le ha ido tan bien a Asensio y no tanto a Suárez. Primero porque el mallorquín ha jugado de maravilla, segundo porque Luis Enrique, tan partidario de las rotaciones como Zidane, frenó su apuesta por Suárez cuando la progresión de éste insinuaba actuaciones prometedoras. El gallego se reveló al principio como un socio habitual para Messi, virtud que no está al alcance de muchos, pero su papel en la segunda vuelta pasó de efervescente a testimonial. Lo contrario sucedió con Asensio, que acabó como un tiro la temporada y le discutió la titularidad a Isco incluso en los grandes partidos.
Denis Suárez ha masticado tierra hasta llegar al Camp Nou. Salió del Celta siendo un adolescente reclamado por el Manchester City, se escapó de aquella trituradora dos años después en dirección al filial del Barça y se ganó allí las cesiones al Sevilla y al Villarreal, donde su rendimiento y profesionalidad le proporcionaron una pasarela hacia el Camp Nou.
La pasada semana las redes sociales manejadas por la selección española trataban de animar la previa del España-Serbia con unas imágenes del jugador del Barça bordándolo en un entrenamiento. “Esto no es un jugador. Es un parque temático de fantasía: Denislandia”, decían. En las botas del azulgrana está que el asunto no suene a eslogan sin fundamento.
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