Gentiloni e Intesa Sanpaolo niegan que la cesión de los dos bancos sea “un regalo”
El Gobierno italiano e Intesa Sanpaolo reaccionaron a la defensiva el día después del anuncio de la costosa operación para liquidar la Banca Popular de Vicenza y Veneto Banca. La cesión –por un simbólico euro, pero a cambio de ayudas públicas inmediatas por valor de 5.200 millones– “no ha sido un regalo”. Coincidieron en usar esta expresión tanto el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, como Gian Maria Gros-Pietro, el presidente de Intesa Sanpaolo, la entidad que se hace cargo de los bancos declarados insolventes.
La respuesta de Gentiloni y Gros-Pietro iba dirigida a las críticas y perplejidades, dentro y fuera de Italia, ante una solución que torea hábilmente las normas europeas más estrictas –aunque ha recibido el visto bueno comunitario– y supone, de entrada, un sablazo a las arcas públicas y, por tanto, a los contribuyentes. Por si acaso, el consejo de administración de Intesa Sanpaolo, al oficializar ayer la compra, dejó por escrito que considerará nulo el acuerdo si el decreto gubernamental no es ratificado por el Parlamento o sufre enmiendas sustanciales.
Gentiloni insistió en que se han protegido los dos millones de clientes de los dos bancos, las 200.000 empresas que reciben créditos y la entera economía de una región muy pujante. El premier advirtió que los gestores responsables del desastre deben pagar por sus errores. La operación fue saludada por la bolsa. Los títulos bancarios registraron una fuerte subida. Uno de los aspectos dolorosos de la absorción será el recorte de plantilla. Se prevé eliminar 600 filiales y unos 3.900 empleos, aunque sin despidos forzosos.