Contraste de pareceres
No quiero parecer nostálgico (violines) pero recuerdo de niño un programa de debate deportivo que escuchaba en la radio con mi padre (más violines). El programa era Contraste de Pareceres y lo conducía un locutor llamado José Luis Fernández Abajo (ya sonando Mantovani y Orquesta al completo). Para los que tengan menos de 5.000 años les explicaré que el programa consistía en llamadas telefónicas de oyentes. Daban su opinión sobre cualquier tema de actualidad futbolera. Siempre estaba la fan de Neeskens con falsete Night fever o el fanático con voz de Rex pero la regla general era de personas tranquilas que trataban de convencer de su parecer. ¿Cómo? Tratando de acercar sus argumentos a esa línea del horizonte que era la objetividad. ¿Parece cursi, eh? Pues ahora viene lo mejor. Ese programa no era la excepción. Uno podía escuchar un debate para aclararse. Llegabas a ellos con opinión formada, deseando recabar fieles para tu causa, por supuesto, pero cabía la posibilidad de ser derrotado en tus convicciones. Que los otros te hipnotizaran, te alistaran en su banda. Incluso podías reconocer que te habías equivocado. Ese momento epifánico en el que alguien ajeno a ti acertaba con una clave en tu cabecita que permitía a tu inteligencia recolocar las cosas de otra manera. A veces hasta del revés.
Eran otros tiempos, mejores, peores, bla bla bla, es decir, los de siempre. Pero desde hace demasiado ya no importa llegar a ninguna conclusión que se acerque lo más posible a lo que pasó sino que importa un bledo lo que pasó. En realidad da igual hasta el debate. Tú conectas esa emisora, ese canal en concreto para escuchar lo que quieres escuchar y reafirmarte en la fe verdadera. Punto. Que no te vengan a molestar con la diversidad o las bondades de ver las cosas desde otro ángulo. Tú quieres que te digan lo que ya sabes, lo que ha de ser y ha de ser lo que a ti te convenga y punto. ¿Que es un montaje? Si perjudica al enemigo, es más que válido. Si dudas, pierdes. ¿Que es una trola? ¿Que es noticia sin datos? Venga, por favor. Esa señora es una bruja, así que encendamos la antorcha y vayámonos a su casa que hoy habrá verbena sin ser Nit de Sant Joan.
El debate no existe: o lo mío o lo tuyo. El contraste, tampoco. Ni mucho menos, un término tan tibio como parecer. Hoy impera el machacón sonido de lo que ha de ser para quedarnos tranquilos porque si todos piensan lo mismo sobre algo es que ese algo se puede canjear como verdad aunque no lo sea. De hecho, se puede reseguir la línea que lleva desde el típico Programa Basuril
del Corazón a los debates futboleros con aliento a coñac de garrafa para acabar en el rifirrafe entre Rufián y Fernández Díaz o Rafael Hernando y cualquier ser vivo que no sea él y los hombres de negro de Matrix.