“No tenemos por qué resignarnos al enfrentamiento”
“No está escrito en ninguna parte que esto que pasa ahora (la turbulenta relación política entre Catalunya y España) tenga que acabar en un conflicto inevitable”. La solución es posible, basta con que el Gobierno español se avenga a negociar una salida que pase porque “los ciudadanos de Catalunya puedan decidir si renuevan su compromiso con España o lo rompen”. De hecho, “lo que es irrenunciable es que los ciudadanos puedan votar”.
Quién se expresa en estos términos es Santi Vila, hasta ahora conseller de Cultura y a partir de hoy también de Empresa i Coneixement, que ayer presentó su hoja de ruta para “esta hora tan grave” en el foro Barcelona Tribuna, impulsado por la Societat Econòmica Barcelonesa d’Amics del País (Sebap), la Associació Espanyola de Directius (AED) y La Vanguardia. “No tenemos porqué resignarnos al no diálogo y al enfrentamiento”, defendió, convencido de que “el choque se puede evitar” y de que, para lograrlo, “sólo hace una falta una llamada de Mariano Rajoy a Carles Puigdemont en la que le diga que está dispuesto a negociar el referéndum”. Pero, a pesar de que para él –que se definió como “demócrata antes que catalanista”– la solución es simple, se mostró especialmente escéptico ante la evidencia de que el presidente del Gobierno español y líder del PP “no es proactivo para resolver los problemas de los ciudadanos”.
Santi Vila, como es habitual, demostró tener su propio discurso político, más allá de las directrices partidistas en este caso del PDECat, del que ningún miembro de la dirección, por cierto, asistió al acto. Sí lo hizo, en cambio, la consellera de Governació, Meritxell Borràs, o el secretario del Govern, Joan Vidal de Ciurana. Y en este marco quiso evidenciar que su apuesta es total y absoluta por el diálogo, por una salida negociada para resolver el enfrentamiento político entre Catalunya y España, pero también que ante la falta de alternativa por parte de quién debería plantearla –el Gobierno español–y que ha dejado “a los moderados a la intemperie”, y a pesar de no ser él independentista, no tiene otra respuesta a los que le preguntan qué hace en este Govern y en este proceso que la de “permanecer fiel al president Puigdemont”. Porque, aunque reivindicó el derecho de la generación de políticos catalanes de 40-50 años de cambiar las cosas y ser influyente como lo fueron en su momento los Miquel Roca o Pasqual Maragall, aclaró que “nadie nos puede pedir que lo hagamos al precio de sacrificar a Catalunya”.
En un contexto nada fácil, el titular de Cultura, antes de Territori i Sostenibilitat y aún antes alcalde de Figueres hizo gala de trayectoria política al conseguir coincidir y discrepar a la vez con Jordi Baiget cuando aún no se conocía que sería destituido como conseller de Empresa i Coneixement por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, por sus polémicas declaraciones sobre las dificultades para celebrar el referéndum del 1-O. Coincidió en que “lo que dará solvencia o no” a la consulta será la participación ciudadana, y por ello apeló a conseguir una “participación significativa”, que consideró que “será inapelable” dentro y fuera de Catalunya. Y discrepó en que nunca condicionaría su presencia en el Govern al hecho de que “se viese afectado mi patrimonio” y, en este sentido, reafirmó el compromiso de “hacer todo lo necesario” para que el proceso salga adelante y de llegar hasta el final.
A su entender, sólo una cosa le haría abandonar el Govern, y sería “ver que estamos al dictado de la CUP”, con la que constató que no tenía nada en común y hacia la que no ahorró reproches. Como tampoco los ahorró hacia los que esta legislatura –el propio PDECat (antes CDC) y ERC– le han permitido tantas gesticulaciones y que haya tenido tanto protagonismo, en lugar de apostar, como habría hecho él, por unas segundas elecciones después del 27-S. Y del mismo modo que no se mordió la lengua en relación con la CUP tampoco lo hizo al admitir que existe tensión entre el PDECat y ERC, que consideró, no obstante, normal y lógica en la medida en que se trata de proyectos políticos distintos que tienen ideologías y modelos de sociedad distintos.
“Sólo hace falta una llamada de Rajoy a Puigdemont para negociar el referéndum”, propone el conseller