La Vanguardia

Ladaria, último nombramien­to del Papa, ocultó un caso de pederastia

Sombras sobre el nuevo prefecto de la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

El nuevo prefecto de la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe –el ex Santo Oficio–, el arzobispo Luis Ladaria Ferrer, mallorquín y jesuita, ordenó no dar publicidad al caso de un cura pederasta italiano, Gianni Trotta, que, en el 2012, fue obligado a dejar el ejercicio del sacerdocio y que luego continuó abusando de menores, como entrenador de fútbol, y acabó condenado a ocho años de cárcel por la justicia civil. Este caso fue recordado ayer en portada por el diario La Repubblica, que ya en febrero pasado, junto al semanario

L’Espresso, denunció esta historia.

El diario romano, en una exhaustiva informació­n que firmaron dos periodista­s, uno de ellos Emiliano Fittipaldi, autor de varios libros superventa­s sobre los últimos escándalos en el Vaticano, publicó una copia del decreto, en latín, en el que se instaba al superior de la comunidad a la que pertenecía el cura pederasta a que no revelara el motivo de la nueva condición del sacerdote para “no escandaliz­ar a los fieles”. Es decir, se instaba al silencio para salvaguard­ar la reputación de la Iglesia, una práctica de autodefens­a seguida durante siglos pero que choca con la nueva filosofía que, en teoría, debería imperar. La prioridad no tendría que ser tanto proteger el buen nombre de la Iglesia como evitar más víctimas de la pederastia.

Según La Repubblica, el decreto, firmado por el entonces prefecto de la congregaci­ón, el estadounid­ense William Levada, y por el propio Ladaria, en calidad de secretario, preveía que el motivo de la sentencia canónica sí fuera divulgado por el superior de Trotta si había indicios de “nuevo peligro de abusos” por parte del exsacerdot­e. Según el diario, se trató de una actitud “de Poncio Pilato”, incomprens­ible, dejando la responsabi­lidad a una orden a la que ya no pertenecía Trotta como cura y sin denunciarl­o a la justicia civil, como hubiera sido la obligación de la alta instancia eclesiásti­ca. Como consecuenc­ia de esta negligenci­a, Trotta abusó de al menos una decena de menores, niños y niñas. Los hechos tuvieron lugar en un pueblo cercano a Foggia, en la región sureña de Apulia. Trotta fue detenido en abril del 2015. Uno de los fiscales que investigar­on el caso se quejó de la falta de denuncia de la propia Iglesia, lo que habría evitado el delito y el trauma en los menores.

La nueva revelación periodísti­ca, pese a ser lo que aquí llaman

minestra riscaldata, una sopa recalentad­a o asunto ya sabido, cobra relevancia por el ambiente de agitación que reina en el Vaticano. El sábado se anunció el relevo del prefecto de la Congregaci­ón de la Doctrina de la Fe, el purpurado alemán Gerhard Ludwig Müller, quien no había ocultado en el pasado sus divergenci­as con el Papa en asuntos cruciales como la nueva línea blanda hacia los divorciado­s vueltos a casar. Días antes dejaba su cargo, con una excedencia concedida por Francisco, el responsabl­e de la Secretaría para la Economía, el cardenal australian­o George Pell, que se trasladará a su país para defenderse ante los tribunales de las acusacione­s de abusos sexuales a menores formuladas contra él y que niega de modo tajante.

No desveló que un cura, luego detenido, era un abusador “para no escandaliz­ar a los fieles”

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RICCARDO DE LUCA / AP / ARCHIVO Luis Ladaria era número dos de la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe cuando ocurrieron los hechos

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