Trump se sube al ring
La grotesca agresividad del presidente de EE.UU. con los medios lleva camino de provocar una crisis constitucional
“Los medios intentaron impedir que llegara a la Casa Blanca, pero el presidente soy yo y ellos no”, dice el mandatario
Hoy Estados Unidos celebra su independencia, pero por primera vez en mucho tiempo el 4 de Julio sugerirá más reflexiones sobre la división que vive el país que los habituales cantos al orgullo patrio. Un ambiente de pesimismo rodea la primera fiesta nacional que presidirá Donald Trump en la Casa Blanca y a ello ha contribuido la insólita y grotesca agresividad desplegada estos últimos días por el comandante en jefe contra los periodistas y los medios de comunicación, que incluye una clara incitación a la violencia.
La primera enmienda de la Constitución estadounidense consagra la libertad de prensa y congresistas republicanos y demócratas, periodistas jóvenes y veteranos y los defensores de los derechos civiles han hecho sonar las alarmas ante lo que consideran una amenaza sin precedentes a los valores fundamentales de la democracia americana.
“Estamos ante una declaración definitiva del presidente contra la libertad de expresión”, declaró Carl Bernstein, uno de los periodistas que gracias a la primera enmienda y pese a los obstáculos del poder, destaparon el escándalo Watergate que propició la caída de Richard Nixon. “Es muy preocupante –añadió Bernstein–, es un desafío del presidente al ejercicio de la prensa libre al amparo de la primera enmienda”. Dan Rather, histórico presentador de la CBS se ha mostrado “no sólo indignado”, sino que “siento temor y tristeza”. No es para menos. En pocos días Donald Trump insultó a los medios de referencia del país, denigró personalmente a dos presentadores de televisión y difundió un montaje de vídeo sarcástico en el que aparecía él mismo liándose a puñetazos en un ring de lucha libre con un hombre cuya cabeza era el logotipo de la CNN.
Adoptando una actitud inquisitorial condenó a la CNN, la NBC, la CBS, la ABC, el New York Times y el Washington Post, es decir, los principales medios del país, como portadores de “noticias falsas”. Luego insultó a los presentadores
del matinal Morning Joe de la MSNBC tratándole a él de “psicópata” y a ella de “loca”, con “bajo coeficiente intelectual” y de “sangrar terriblemente por la cara a causa de un lifting”. Y el domingo
se superó a sí mismo con el vídeo de la CNN, que unánimemente ha sido denunciado como una “incitación a la violencia”, que ya tuvo su prólogo cuando un candidato republicano se lió a puñetazos con un periodista que le planteó preguntas que no le gustaron. La comentarista prorrepublicana Ana Navarro ya ha advertido del peligro de que la actitud de Trump “propicie el asesinato de un periodista”.
Trump no ha sacado adelante todavía ninguna de sus promesas electorales. No ha logrado reunir los votos suficientes para su anunciada reforma sanitaria ni el presupuesto para construir el muro en la frontera con México. No consigue disuadir a Corea del Norte de su amenaza nuclear y su agenda está marcada por la inminente reunión del G-20 y su primera entrevista con el líder ruso, Vladímir Putin. Todo ello eleva lo insólito de su conducta, que el comunicado de la CNN describe como un “comportamiento juvenil muy por debajo de la dignidad de su cargo”.
Crecen los comentarios, algunos exacerbados, sobre la salud mental del presidente, pero no se puede negar, más allá del estilo grotesco, la coherencia de una estrategia calculada y en absoluto disimulada. Ya anunció el jefe de estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon, que “la oposición son los medios” y nada más tomar posesión, el propio Trump advirtió que los periodistas son “los peores seres humanos de la tierra” y los declaró “enemigos del pueblo”. Y esa concepción la está aplicando a rajatabla la Casa Blanca reduciendo drásticamente la información, las conferencias de prensa y la transparencia. Trump lo justifica así: “Los medios intentaron impedir que yo llegara a la Casa Blanca, pero ahora yo soy el presidente y ellos no”.