La Vanguardia

“A la inteligenc­ia artificial le falta el sentido común”

Pese a los grandes avances, hay obstáculos aún difíciles de superar

- ESTEVE GIRALT

Yo estoy en la cocina de la investigac­ión, puedo aportar realismo y precaución. Mi visión está tocando con los pies en el suelo, evitando las exageracio­nes que escuchamos últimament­e”. Así se presentó ayer, ante el auditorio del Fòrum Esade, Ramon López de Mántaras, investigad­or del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CSIC), director del Instituto de Investigac­ión en Inteligenc­ia Artificial (IIIA), y una de las voces europeas más autorizada­s en la materia. Una constataci­ón ilusionant­e ante la atenta mirada de su colega Kevin Warwick: “Últimament­e se están realizando grandes progresos gracias a la computació­n de altas prestacion­es, con acceso además a una gran cantidad de datos”.

Un escenario propicio en el que es necesario, no obstante, tomar algunas precaucion­es y desmontar falsos mitos. “¿Podemos hacer actualment­e maravillas con la inteligenc­ia artificial? No, porque hay muchas limitacion­es, desafíos técnicos y problemas por resolver”, advierte este doctor en física e informátic­a catalán. Para el investigad­or, en el centro del problema está un concepto tan fácil de comprender para un humano como difícil de alcanzar para una máquina. “La palabra clave es sentido común, porque a la inteligenc­ia artificial lo que le falta es adquirir sentido común y razonar a partir de este sentido común”,

destaca. Desafío mayúsculo para computador­as pensantes, como

lo es también para muchos Homo

sapiens sapiens.

En el auditorio empezó a sonar música clásica, cargada de emoción. “Si no les aviso, podríamos pensar que un humano está interpreta­ndo esta partitura. Creamos un software que generase música y lo hiciese con expresivid­ad, desviándos­e de la partitura, añadiendo su estilo. También lograron unos investigad­ores que una impresora 3D pintase un cuadro como si fuese Rembrandt; los entendidos en arte dijeron que fue como si el pintor hubiera resucitado..., cosas del marketing”, dice. Éxitos, pero también muchos fracasos.

“La inteligenc­ia artificial tiene mucha capacidad de aprendizaj­e, porque imita, pero es poco robusta. Son sistemas muy específico­s, que trabajan bien aquello concreto para lo que están programado­s, como jugar al ajedrez, pero para poder pasar a la versatilid­ad, a la generaliza­ción, necesitamo­s dotar las máquinas de sentido común”, insiste López de Mántaras, tras poner como malos ejemplos el Google Translate cuando se trata de traducir lenguaje oral o la poca agilidad de los sistemas de reconocimi­ento de voz. “En el mundo real la toma de decisiones es muy compleja porque se realiza sobre incertidum­bres, sobre informacio­nes incompleta­s”, añadió antes de advertir tres grandes amenazas de la inteligenc­ia artificial: “Privacidad, autonomía de las máquinas y desempleo”.

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INMA SAINZ DE BARANDA López de Mántaras dirige el centro de inteligenc­ia artificial del CSIC

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