Honores de Estado para Simone Veil
La exministra que introdujo la ley del aborto en Francia será enterrada con su marido en el Panteón
La clase política francesa en pleno se reencontró ayer en el enorme patio de Los Inválidos, bajo un sol de justicia, para despedir con honores de Estado a Simone Veil, personaje que encarna 50 años de vida política francesa y europea.
Entre los compases de la marcha fúnebre de Chopin, su féretro envuelto en la tricolor fue depositado sobre los adoquines del patio, entre banderas a media asta y militares y guardias republicanos rindiendo honores, junto al presidente, Emmanuel Macron, y buena parte de sus compañeros de viaje y adversarios políticos.
Nacida en 1927 y fallecida el viernes a los 89 años, Veil, exministra y expresidenta del Parlamento Europeo, era una figura de unión republicana, igualmente respetada a izquierda y derecha, precisamente por encarnar tres acontecimientos mayores del siglo XX: la casi exterminación de los judíos de Europa, la emancipación femenina y la construcción europea.
Enseguida se levantaron voces para que esta deportada con 16 años, cuyo nombre se asocia a la primera ley del aborto francesa no represiva, fuera enterrada en el Panteón, el mausoleo de los más ilustres hijos de la nación. Comenzaron a reunirse firmas, 150.000 en pocos días, pero había un problema que sus nietas explicaron en nombre de toda la familia: no querían separarla de su marido tras 65 años de vida en común.
Simone y Antoine Veil formaban uno de esos raros matrimonios unidos y bien avenidos hasta el final. Se conocieron en febrero de 1946 en las aulas del Instituto de Estudios Políticos de París. Ella tenía 18 años y venía de los campos de exterminio, donde perdió al grueso de su familia. El tenía 19. Se casaron ocho meses después.
“Su belleza se duplicaba por una extrema reserva de comportamiento, particularmente perceptible en un medio en el que prevalecía la relajación de la juventud”, glosó ayer su hijo, Jean Veil, citando al marido, fallecido en el 2013. Desde entonces Simone no tenía vida social. Macron solucionó el problema al decidir que también Antoine entre en el Panteón como consorte.
Allí ya hay algún matrimonio, Pierre y Marie Curie, pero por méritos compartidos. Sólo en 1907 se consintió que la esposa del químico Marcellin Berthelot acompañara a su marido en el honor.
La batalla de Simone Veil por una ley del aborto hoy superada y enmendada no fue solitaria. Cabalgó sobre un movimiento social, el desafío de las 343 mujeres que en abril de 1971 declararon haber abortado arriesgándose a cinco años de cárcel, el manifiesto de los 331 médicos que declararon haber practicado abortos ilegales, el escándalo de la absolución judicial de una joven de 17 años culpable de haber abortado tras haber sido violada... Todo eso para llegar a una ley cargada de limitaciones, una de cuyas últimas enmiendas aceptó ecografías gratuitas el año pasado.
“Cuarenta años después y pese a que una tercera parte de las francesas han recurrido al aborto por lo menos una vez en su vida, aún no está considerado un derecho a todos los efectos”, dice la copresidenta de Planificación Familiar, Véronique Séhier, en declaraciones a Le Monde. En algunas regiones, el aborto sigue siendo complicado, no sólo por las reservas de los médicos, sino también por los recortes: 130 centros competentes fueron cerrados sólo en el 2015.
Una mujer que “tuvo razón antes de que la opinión común lo reconociera, y muchas veces contra ella”, dijo ayer Macron en su discurso de despedida.
“Tuvo razón antes de que la opinión común lo reconociera, y muchas veces contra ella”, resaltó de ella Macron