Merkel intenta limar asperezas con Trump ante la tensa cumbre del G-20
El rechazo estadounidense al libre comercio y al acuerdo del Clima complica la cita
La cumbre del G-20, el grupo de países más industrializados y de economías emergentes, comienza hoy en Hamburgo, pero ayer tarde en la ciudad hanseática hubo un preámbulo en busca de algo que a muchos se antoja ya imposible. La canciller de Alemania, Angela Merkel, se reunió con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que llegó de Polonia, para intentar que module su rechazo al libre comercio y al acuerdo de París contra el cambio climático, asuntos clave de este G-20.
El encuentro, que duró una hora, se desarrolló en un hotel, fuera del recinto ferial donde se celebrará la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. Un breve comunicado del Gobierno alemán informó de que Merkel y Trump habían hablado de Corea del Norte, Oriente Medio, del conflicto en el este de Ucrania, y de “algunos temas de la agenda del G-20”, sin especificar si clima y comercio estaban entre ellos, pese a que son los temas objeto de mayor discrepancia.
También indicó que participaron en la conversación el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, y el ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel. La canciller Merkel había dicho a la prensa antes de su cita con el presidente Trump que en la cumbre insistirá en la defensa del “libre comercio con reglas justas”, pero que no ocultará las discrepancias, sino que en todo caso las llamará por su nombre. Sin embargo, la posibilidad de que la declaración final conjunta recoja metas en torno al clima y el libre comercio parece remota. Bloomberg tuvo acceso a un borrador –texto por tanto sujeto a cambio– que recogía la decisión de EE.UU. de retirarse del acuerdo de París, y prometía cooperar en áreas ahora mismo menos controvertidas: innovación, salud global, digitalización, igualdad de género, desarrollo de África y lucha contra el terrorismo internacional.
El líder estadounidense se estrena en el G-20, pero el eje europeo no espera vuelcos esperanzadores, después de que él mismo dejara clara su alergia al multilateralismo en las recientes cumbres de la OTAN, en Bruselas, y del G-7, el grupo de países más desarrollados, en Taormina (Italia). Fue precisamente después de la cita de Taormina cuando Trump anunció la salida de Estados Unidos del acuerdo de París.
En la práctica, sostienen los observadores, este G-20 lleva camino de convertirse en una mera ocasión para encuentros bilaterales. Muy analizado será el que tendrán hoy Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, por ser la primera vez que se verán en persona. (Ya hay todo tipo de especulaciones sobre cómo será el apretón de manos que se den.) Antes de su llegada, Putin avanzó posiciones con una entrevista en el diario económico alemán Handelsblatt , en la que dijo que Rusia ve el acuerdo de París “como una base segura para una regulación sobre el clima a largo plazo, fundamentada en la ley internacional”, y que por eso contribuirá a su aplicación.
En otro contexto, se espera a su vez con interés el primer encuentro del presidente de México, Enrique Peña Nieto, con Trump, tras cancelarse a inicios de año su visita a la Casa Blanca ante la insistencia de Washington en que México sufragara los costes del muro fronterizo. Ambos se habían visto en 2016, cuando Trump aún era candidato a la presidencia. Latinoamérica está representada también por los presidentes brasileño (Michel Temer) y argentino (Mauricio Macri), este último encargado del relevo, pues Argentina presidirá el G-20 en el siguiente turno.
China, que va adquiriendo cada vez más contornos de nuevo aliado para Europa tras el adiós estadounidense al acuerdo del Clima, ha dejado ya claro que, siendo como es el país del mundo que más contamina, se amoldará a los objetivos de París. Su líder, Xi Jinping, estuvo el miércoles en Berlín para un encuentro bilateral con Merkel, que incluyó un aspecto glosado en los medios alemanes con términos como Propapanda o Panda-Diplomatie: Xi Jinping hizo entrega al zoo de Berlín de dos osos panda cedidos por China durante 15 años por un pago anual, y convertidos ya en estrellas para los niños de los colegios de la capital.
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