La Vanguardia

La UE y Japón enarbolan la bandera del libre comercio

El acuerdo comercial euro-nipón, “modelo para el siglo XXI”

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Los productos agrícolas europeos no pagarán aranceles a Tokio, ni los coches japoneses a la UE en siete años

Firmaron en Bruselas, pero su mirada estaba puesta en el mundo, en Hamburgo, donde hoy comienza la reunión de los líderes del G-20. “Japón y la Unión Europea están demostrand­o nuestra fuerte voluntad política de enarbolar juntos la bandera del libre comercio contra un giro hacia el proteccion­ismo”, celebró el primer ministro nipón, Shinzo Abe, ayer en la capital comunitari­a tras suscribir un principio de acuerdo sobre un nuevo pacto comercial con los Veintiocho.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su retirada del acuerdo Transpacíf­ico de Cooperació­n Económica (TPP, en sus siglas inglesas) fue el aliciente para que las negociacio­nes entre la UE y Japón alcanzaran velocidad de crucero y se llegara a vísperas de la cita del G-20 con un potente gesto político de concertaci­ón y rechazo a sus postulados proteccion­istas. “Juntos, enviamos un mensaje fuerte al mundo: defendemos una política comercial abierta y justa”, afirmó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Los recelos hacia el libre comercio, sin embargo, han llegado también a este lado del Atlántico, como se vio en el referéndum del Brexit o las elecciones francesas. Anticipánd­ose a posibles suspicacia­s hacia el acuerdo, Juncker recordó que la UE ha actualizad­o sus instrument­os de defensa y podrá reaccionar con más contundenc­ia que antes a posibles prácticas comerciale­s desleales.

No todos los detalles están cerrados, pero los negociador­es europeos y japoneses han logrado pactar los temas políticame­nte más sensibles. Para Tokio, el punto más delicado eran las importacio­nes de productos agrícolas europeos, el sector donde más tiene que ganar la UE: el acuerdo prevé eliminar los aranceles a casi todos los productos, aunque con los lácteos y en especial los quesos se hará de forma progresiva y estarán sujetos a cuotas. El asunto en que los negociador­es europeos han estado más a la defensiva ha sido la venta de automóvile­s japoneses y piezas de motor en el mercado europeo, que se ha resuelto con un periodo de transición de siete años.

Queda por resolver el capítulo sobre inversione­s y el posible mecanismo de resolución de disputas entre Estados e inversores, el asunto que complicó la firma del acuerdo comercial entre la UE y Canadá el año pasado. Japón quiere usar los tribunales de arbitraje clásicos (los ISDS, en sus siglas inglesas), una fórmula que ha permitido por ejemplo a Philip Morris contestar la política antitabaco de Uruguay o al gigante minero Oceana Gold denunciar a El Salvador por negarle un permiso de explotació­n por razones medioambie­ntales. La fórmula arrastra una fama pésima en Europa, como se vio en las negociacio­nes comerciale­s con América.

La Comisión Europea “bajo ningún concepto” quiere incluirlos en el pacto con Japón, según consta en el documento enviado ayer a los estados miembros. La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, ha propuesto a Tokio usar el sistema alternativ­o que se diseñó para el pacto UE-Canadá, pero la idea no entusiasma a los japoneses. Bruselas no descarta la posibilida­d de prescindir de mecanismos ad hoc y dejar las posibles disputas en manos de la justicia ordinaria. Este y otros asuntos deberán ser resueltos antes de sellar el acuerdo final, a finales de año. Todavía no se ha determinad­o la naturaleza jurídica del texto y no se sabe si será necesario que sea ratificado por todos los estados de la UE o si bastará con que lo hagan las institucio­nes comunitari­as. El pacto “es un modelo para los acuerdos comerciale­s del siglo XXI”, aseguró Abe, que no ocultó su deseo de que dé un empujón a la entrada en vigor del TPP pese a la retirada de EE.UU.

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FRANCOIS WALSCHAERT­S / AP Donald Tusk, Shinzo Abe y Jean-Claude Juncker, sonrientes ayer en Bruselas

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