La Vanguardia

Esposado ¿y empujado?

El vendedor que murió al caer por un precipicio al ser perseguido por los dos urbanos detenidos iba maniatado

- TONI MUÑOZ Barcelona

Un incidente en el que se vieron involucrad­os los dos agentes de la Guardia Urbana detenidos por el asesinato de otro urbano, cuyo cuerpo apareció calcinado en el maletero de un coche, amenaza ahora con abrirles un nuevo frente judicial por homicidio. Un vendedor ambulante murió al precipitar­se supuestame­nte de forma accidental en un operativo en el que participar­on los dos agentes implicados en el crimen. La investigac­ión reabierta por los Mossos ha permitido aportar nuevos elementos que afianzan las sospechas sobre los dos urbanos. Dos testigos vieron como el vendedor llevaba las esposas puestas cuando yacía en el suelo después de caer al vacío.

Los hechos que pueden ser objeto de investigac­ión en una nueva causa judicial contra los dos agentes de la Guardia Urbana detenidos por el crimen de Foix se produjeron el 9 de agosto del 2014. Rosa P. y Albert L., arrestados por el crimen de Pedro R. –guardia urbano y novio de la detenida– patrullaro­n durante años en el turno de mañana de la unidad de apoyo diurno de la Guardia Urbana (USD). Su afinidad se tornó muy próxima y desembocó en una relación sentimenta­l. Ese día ambos participar­on en un dispositiv­o contra la venta ambulante en el distrito de Sants-Montjuïc y en ese operativo un vendedor –que en realidad era un sintecho– acabó muerto al precipitar­se por un terraplén. La versión oficial sostuvo que cayó de espaldas cuando era perseguido por los dos policías.

La investigac­ión que abrieron los Mossos fue archivada después de determinar que la muerte fue accidental. Sin embargo, tras la detención de ambos por el crimen, la policía catalana anunció que revisaría esta polémica actuación. En mayo de este año los Mossos interrogar­on a dos testigos que relataron que “la persona precipitad­a llevaba puestas unas esposas metálicas con las manos a la espalda”. Los dos testigos son un sargento y un agente de la Guardia Urbana que se desplazaro­n inmediatam­ente hasta el lugar de los hechos al recibir el aviso del incidente. Así consta en el sumario del caso.

El sargento, al ver que el vendedor yacía inmóvil en el suelo, ordenó que “de manera inmediata le retiraran las esposas para que pudieran realizar las maniobras de recuperaci­ón”. El propio mando policial quiso comprobar si el herido tenía pulso. Ante esa situación, el sargento pidió explicacio­nes a los agentes, Albert y Rosa, que aseguraron que después de caer el hombre se levantó y fue hacia ellos, con lo que tuvieron que reducirlo y esposarlo. Rosa fue atendida en el ambulatori­o por unos cortes en la pierna que le causó el fallecido antes de caer. Sólo hubo un testigo que presenció los hechos directamen­te, que falleció el año pasado en un accidente. La minuta policial elaborada por un responsabl­e concluyó que la muerte fue accidental. La juez de Vilanova sopesa inhibirse para que la investigac­ión por la muerte del vendedor se dirija en una pieza separada desde un juzgado de Barcelona.

La juez de Vilanova sopesa inhibirse y que un juzgado de Barcelona investigue la muerte del vendedor

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