Un sardo testarudo
Fabio Aru transgrede las normas de una carrera bajo control del Sky
Dicen de Fabio Aru que es muy obstinado, que lleva el carácter sardo en las venas y le sale con esa tozudez que exhibe encima de la bicicleta. Nacido hace 27 años en Villacidro, en el sur de Cerdeña, hijo de Alessandro, payés de la fruta, y Antonella, maestra, Aru se declara “sardo hasta la médula”. Habla la lengua, considerada una de las menos evolucionadas respecto del latín, y en La Gazzetta lo llaman el caballero de los cuatro moros.
El diario deportivo milanés exultaba ayer con la victoria de Aru en La Planche des Belles Filles, donde estableció un nuevo récord de ascensión con 16 minutos y 13 segundos. Abría su portada con una expresión bien encontrada: “Volaru... oh oh”, en referencia a la legendaria pieza musical (Nel blu dipinto di blu) que Domenico Morecuerda. dugno inmortalizó en los festivales de Sanremo y de Eurovisión de 1958.
Aru es tozudo pero no un inconsciente. “Nunca tengo pretensiones exageradas. Sé hacia dónde voy”, ha comentado. “Soy humilde, pero no me da miedo la lucha. Si me siento con fuerzas, probarlo no cuesta nada. Lo que a mí me gusta es ofrecer alguna cosa al público. En La Planche ataqué porque quería dar espectáculo”.
Cuando se encuentra lejos de casa lo que más añora es el mar. Para hacerse ciclista se marchó, a Bérgamo, en la Lombardía, cuando tenía 18 años. “Lo pasé mal. Los primeros dos años telefoneaba a menudo, quería volver a mi isla”, Llegó al profesionalismo, con el Astaná, a finales del 2012. Este año, con el cambio de aires de Vincenzo Nibali (que ha pasado al Bahréin), ha quedado liberado. Aun así, ya había obtenido grandes resultados: dos veces en el podio del Giro y una victoria en la Vuelta (2015). Pero no se sabe todavía qué hará el año que viene, porque su contrato con la formación kazaja llega al final.
No ha tenido un año fácil. En marzo, una bronquitis lo aparta de la Tirreno. En mayo, una lesión en la rodilla le obliga a dejar correr el Giro, que salía justamente de Cerdeña. La muerte de Michele Scarponi también le ha afectado. Poco antes del Tour se proclamó campeón de Italia y después explicó que había competido con un maillot del compañero desaparecido bajo la camiseta italiana. “Pienso siempre en él. Nos está mirando desde allí arriba”, explica. Es católico ferviente.
¿Tiene la capacidad de poner en peligro a Froome? ¿Puede ser para el británico un problema como lo fue Pantani con Armstrong en su momento? “En la Vuelta ya he tenido buenas batallas con él. Lo he atacado antes y estoy preparado para volver a hacerlo”, avisa. Pero siempre con los pies en el suelo: “No es fácil encontrarle puntos débiles, esta es la realidad”.
Aru ha mejorado sus prestaciones deportivas a raíz de una intervención quirúrgica en la nariz. “Puedo decir que soy otro, como si hubiera renacido, gracias al doctor Antonino Cassisi. Antes por mi nariz a duras penas pasaba un hilo de aire, ahora respiro con normalidad”.
Aru tenía una hipertrofia de los cornetes nasales inferiores que le producía oclusiones y abusaba de la respiración por la boca, con
UN CAMBIO FUNDAMENTAL Una operación en la nariz, que le permite respirar con normalidad, clave de su potencia escaladora
las complicaciones que comporta.
El miércoles, después de la victoria y de obtener el maillot de la montaña, Aru llegó al hotel casi a las ocho de la noche. La celebración con el equipo fue con un buen plato de pasta al dente y una botella de spumante. Nada más. Queda mucho Tour y Aru tiene entre ceja y ceja volver a liarla. Que se prepare Froome. Este es de los que no se rinden fácilmente.