La Vanguardia

Una tarjeta roja para la historia

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Los All Blacks no sólo tienen la reputación de ser el mejor equipo en la historia del rugby, también la de ser el más favorecido por los árbitros, como si la haka (danza maorí) que hacen antes de empezar los partidos tuviera el efecto secundario de intimidar a los hombres del silbato. Algo de ello debe de haber cuando en 110 años, desde que en 1903 la selección neozelande­sa disputó su primer partido internacio­nal contra Australia, sólo tres de sus jugadores han visto una tarjeta roja, y eso que algunos han hecho un esfuerzo muy considerab­le para merecerla.

Por eso ha causado auténtica conmoción en el mundo del rugby que el árbitro francés Jérôme Garcès, nativo de Pau, expulsara a Sonny Bill Williams en el segundo test contra los Leones Británicos e Irlandeses en Wellington, que los visitantes ganaron por 24 a 21 en medio de una lluvia torrencial y con la ayuda de la inesperada ventaja numérica. Como los All Blacks se habían impuesto por 30-15 en el primer partido en Auckland, la serie se decidirá mañana en Eden Park.

Williams, conocido como SBW, ya figuraba en los libros de historia como el primer all black musulmán: se convirtió al islam en el 2008 cuando vivía en Francia y jugaba para el Toulon. Como alega que su religión es contraria a promociona­r bancos y firmas de inversión, la federación neozelande­sa de rugby le ha concedido una exención para que no lleve en la camiseta los logos de Investec y BNZ (Bank of New Zealand), que patrocinan el equipo.

Si sus conviccion­es religiosas y ese privilegio ya habían dado mucho que hablar, más todavía su expulsión por un placaje con el hombro en la cabeza del inglés Anthony Watson. A SBW se le debieron de cruzar por un momento los cables y pensar que estaba en el cuadriláte­ro. Al fin y al cabo, ha sido también boxeador profesiona­l, ha subido siete veces al ring para combates de peso pesado y los ha ganado todos (tres por KO y cuatro a los puntos). Desde que los responsabl­es del rugby intentan limitar las conmocione­s cerebrales, e incluso se ha establecid­o un protocolo para que los jugadores que reciben un golpe en la cabeza sean objeto de una revisión médica para determinar si pueden continuar el partido, el asalto de Williams parecía una expulsión de libro de texto. Así lo interpretó Garcès, a pesar de que tanto su asistente sudafrican­o Jaco Peyper como el cuarto árbitro (que dirime las jugadas dudosas tras estudiar las imágenes de televisión) no parecían muy convencido­s, y tal vez considerab­an que con una tarjeta amarilla bastaba. No es de extrañar, teniendo en cuenta que nunca jamás un all black había sido expulsado en un partido internacio­nal en casa, y sólo dos (Cyril Brownlie en 1925 y Colin Meads en Murrayfiel­d en 1967) como visitantes. Para poner

EL EXPULSADO Sonny Bill Williams (SBW) se convirtió al islam cuando jugaba en el Toulon y ha sido boxeador profesiona­l Un ‘all black’ ha sido expulsado en un partido en casa por primera vez en 110 años; el ‘valiente’ ha sido el árbitro francés Jérôme Garcès EL ÁRBITRO Garcès, nacido en Pau hace 43 años, utiliza un silbato de múltiples tonos que resulta inconfundi­ble

las cosas en perspectiv­a, Francia se quedó sin dos de sus hombres en un choque del Cinco Naciones contra Inglaterra en 1992.

La derrota contra los Leones (la selección de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda) ha picado a los All Blacks, no tanto por la expulsión de Sonny Bill Williams (que un 70% de los neozelande­ses considera correcta, según una encuesta), sino porque se trata de un equipo poco acostumbra­do a perder, tres veces campeón del mundo (1987, 2011 y 2015), con un récord ganador contra todos sus rivales sin excepción, el mayor número de victorias consecutiv­as de la historia (18, una marca igualada este año por los ingleses) y un porcentaje de triunfos del 77%, que se dice pronto.

Para el choque decisivo de mañana contra los míticos Leones, Nueva Zelanda no podrá contar con Williams, su veterano centro de 32 años, sancionado con cuatro partidos por la agresión a Watson. Nacido en Auckland, de madre anglosajon­a y padre de Samoa (tiene la doble nacionalid­ad), ha alternado su carrera entre el rugby tradiciona­l a quince y el rugby a trece popular en Australia, más de clase trabajador­a, jugando para los Sydney Roosters, los Bulldogs de Canterbury, el Toulon, el Panasonic de Tokio, los Chiefs, los Crusaders y –su actual equipo– los Blues. Sobre el terreno de juego es implacable, pero fuera tiene fama de persona piadosa y con conciencia social, que siempre tiene un rato para charlar con los chavales y firmarles autógrafos. El abuso del alcohol y los líos de faldas, dice, quedaron enterrados cuando se convirtió al islam.

Los Leones sólo se constituye­n cada cuatro años, alternando giras por Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Y a pesar de que sus jugadores son los mejores de estas islas, sólo entrenan juntos unas cuantas semanas y la falta de cohesión es un problema. El triunfo más memorable de su historia fue en 1971 en Dunedin, cuando ganaron la serie a los All Blacks por 2 a 1. Y jugando contra quince...

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momento. El colegiado Jérôme Garcès muestra la tarjeta
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BRETT PHIBBS / AP El momento. El colegiado Jérôme Garcès muestra la tarjeta roja al dorsal 12 de Nueva Zelanda, Sonny Bill Williams

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