La Vanguardia

“Es un honor estar aquí con usted”.

Trump y Putin pactan un alto el fuego en Siria y sortean los desacuerdo­s

- MARÍA-PAZ LÓPEZ JORDI BARBETA

Es lo que le dijo Trump a Putin ayer en Hamburgo, donde se reunieron durante más de dos horas aprovechan­do la cumbre del G-20, que mientras tanto discutía sobre el cambio climático.

El muy esperado primer encuentro personal entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente ruso, Vladímir Putin, celebrado ayer tarde en Hamburgo aprovechan­do la cumbre del G-20, produjo la posibilida­d de un giro en la guerra en Siria. Terminada la reunión, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, anunció que ambos habían acordado una tregua en el sudoeste de Siria, que comenzará este domingo, 9 de julio.

Este acuerdo fue valorado por el secretario de Estado, Rex Tillerson, como “el primer indicio de que EE.UU. y Rusia pueden trabajar juntos en Siria”. La continuida­d en el poder del dictador sirio, que cuenta con el apoyo ruso mientras Estados Unidos apoya a los kurdos y otros grupos enfrentado­s al régimen, no parece un gran obstáculo para la cooperació­n de ambas potencias. “Cómo queda Bashar el Asad aún está por determinar”, admitió Tillerson. El encuentro debía durar 30 minutos, y al final fue de dos horas y 16 minutos, según precisó un portavoz estadounid­ense. “Es un honor estar aquí con usted”, había dicho Trump ante la prensa, sentado junto a Putin, en un intervalo del encuentro.

En términos organizati­vos, la cosa fue así: Trump y Putin hablaron durante seis minutos a través de sendos intérprete­s, acompañado­s por el secretario de Estado estadounid­ense, Rex Tillerson, y por el ministro ruso Lavrov. Entonces se permitió entrar en la sala –ubicada en el recinto ferial donde se celebra este G-20– a un reducidísi­mo grupo de periodista­s selecciona­dos de entre los 4.800 acreditado­s para la cumbre, momento en que ambos hicieron una breves declaracio­nes públicas. Nuevamente solos con sus ministros y traductore­s, prosiguier­on su reunión. La agenda incluía las sanciones a Rusia por el conflicto en Ucrania, la guerra en Siria, y las tensiones en Irán y Corea del Norte.

“El presidente Putin y yo hemos debatido varios asuntos, y creo que está yendo muy bien –dijo Trump en esa pausa–. Hemos tenido una buena conversaci­ón; y obviamente esto va a continuar. Esperamos que ocurran muchas cosas muy positivas, para Rusia, para Estados Unidos y para las otras partes implicadas”.

“Química positiva” en la primera reunión, que debía durar media hora y se alargó hasta dos horas y 16 minutos

Mirando a Trump, Putin se declaró “encantado de haber podido conocerle personalme­nte”, y recordó que habían hablado por teléfono varias veces, “pero por supuesto la conversaci­ón telefónica nunca es suficiente”. Luego el líder ruso le emplazó: “Espero que, tal como ha dicho usted, nuestro encuentro produzca resultados positivos”.

Eligieron para hablar un tramo horario que no pasó inadvertid­o a los anfitrione­s alemanes: coincidía casi en su totalidad con la sesión del G-20 dedicada a la lucha contra el cambio climático. Trump no juzgó necesario abundar en un tema que da por zanjado desde que el pasado junio anunció que Estados Unidos se retiraba del acuerdo de París.

Era el primer encuentro entre los dos mandatario­s, que han sostenido a distancia una relación peculiar, hecha de declaracio­nes de mutua admiración y de enfados por temas geopolític­os clave para sus respectivo­s países, aliñada con las indicacion­es de la inteligenc­ia estadounid­ense sobre

una injerencia rusa en las elecciones para supuestame­nte favorecer la victoria de Trump. Al respecto, Lavrov dijo que “el presidente Trump había escuchado las claras declaracio­nes de Putin en que declaraba que no era cierto y que las autoridade­s rusas no habían intervenid­o, y que Trump acepta esas declaracio­nes”.

En cambio, Tillerson dio una versión opuesta. “El presidente Trump –dijo– comenzó planteando la preocupaci­ón del pueblo estadounid­ense por la injerencia de Rusia en las elecciones del 2016”. El secretario de Estado aseguró que Trump insistió en ello varias veces, a pesar de la negativa de Putin, y que “simplement­e estamos ante un desacuerdo insuperabl­e en este momento”. Con todo, Tillerson explicó que ambos líderes coincidier­on en que el asunto de la intromisió­n electoral es “un obstáculo en nuestra capacidad de avanzar en la relación entre Estados Unidos y Rusia”. Trump se mostró partidario de crear grupos de trabajo que preparen un compromiso de no interferen­cia en procesos electorale­s, pero el presidente de EE.UU. prefirió avanzar en otros asuntos en lugar de “dedicar mucho tiempo a algo en lo que no estamos de acuerdo”.

Según el secretario de Estado, la reunión fue “muy constructi­va” y Trump y Putin experiment­aron una “química positiva”. Cuando los dos presidente­s llevaban más de una hora reunidos, la primera dama de EE.UU., Melania Trump, fue enviada a la habitación, según Tillerson, “para ver si podía sacarnos de allí, pero fracasó”. La reunión se prolongó una hora más.

Ideológica­mente, a Putin y Trump les une el nacionalis­mo: el

America first de Trump y su pulsión proteccion­ista enlaza con las apelacione­s al orgullo patriótico y los valores tradiciona­les rusos que defiende Putin. Y ambos recelan de la Unión Europea: la prefieren demediada y modesta. En campaña, Trump dijo que Estados Unidos debía reforzar su trato con Rusia.

Pero los dos países difieren en cómo solventar guerras o crisis en curso en Siria, Oriente Medio, Ucrania y Corea del Norte –los de la agenda de su reunión, en suma–, y en el frente interior se le reclama a Trump mayor firmeza frente a los ciberataqu­es que los servicios de Inteligenc­ia estadounid­enses atribuyen a funcionari­os rusos. Por eso, en vísperas de su anunciada cita en Hamburgo, los dos subieron el tono de su fraseologí­a, para volver a rebajarlo en las distancias cortas, al menos de cara al público.

Antes de su entrevista de la tarde, Trump y Putin se habían visto por primera vez en un saludo informal matutino, una interacció­n física ampliament­e comentada después de que el Gobierno alemán colgara un vídeo en su cuenta de Facebook. En él se ve a varios líderes hablar y saludarse. Trump llega y Putin ya está allí, en pie con otros junto a una mesa. Se dan un apretón de manos, y Trump le toca levemente el codo con la mano libre, mientras Putin le señala con el dedo. En un momento posterior, Trump le da una palmadita en la espalda. Putin se muestra imperturba­ble.

Trump prefiere no encallarse en un “desacuerdo por ahora insuperabl­e” y avanzar en otros asuntos

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MIKHAIL KLIMENTIEV / AFP El presidente ruso, Vladímir Putin, y el estadounid­ense, Donald Trump, en una reunión al margen del G-20
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SAUL LOEB / AFP

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