Afán recaudatorio
Hace unos años, aprovechando los precios de mercado, decidí invertir en la compra de un inmueble; algo asequible para dejar a mis hijos una ayuda en el futuro. Pagué en su momento todos los impuestos a los que obliga la ley y todo fue debidamente garantizado por un notario. Después de cuatro años recibo de la Agència Tributària de Catalunya (ATC) un sobre con 12 páginas en las que entre comentarios, coeficientes, códigos y cálculos varios, se me comunica que el valor de la propiedad que adquirí es de 123.638,80 euros exactamente.
Como parece ser que el precio que pagué en su momento fue inferior, se me reclama la diferencia no pagada, así como cuatro años de intereses de demora.
Lo primero que no entiendo es por qué la ATC no me hizo pagar en su momento la cantidad debida, y lo que menos entiendo es cómo puedo yo saber el valor real, cuando ellos han necesitado cuatro años y todo un equipo de funcionarios y técnicos, que se han desplazado in situ, para evaluar el valor real de la propiedad.
Es lamentable la situación de impotencia y vulnerabilidad en que se encuentra el ciudadano ante la vorágine recaudatoria de la Administración.
MANUEL RUIZ MARTÍN
Barcelona