La Vanguardia

¡Pero cuánto pesa ese poco!

- Sergio Vila-Sanjuán

Carlos López-Otín es un investigad­or humanista, un bioquímico que trabaja en la Universida­d de Oviedo y pertenece a esa raza de cerebrines que no tienen reparo en adornar una explicació­n del genoma humano con una cita de Borges o Gerardo Diego. La semana pasada, en el acto de entrega de los premios Princesa de Girona, López-Otín protagoniz­ó un diálogo con el actor Antonio Banderas acerca de sus inicios profesiona­les y de cómo ambos pudieron encarrilar sus respectiva­s trayectori­as.

Esa conversaci­ón de apertura en el auditorio gerundense a cargo de invitados conocidos constituye uno de los platos fuertes en una velada que pone énfasis en la vocación y el compromiso juvenil con la sociedad, tema central de los galardones. Que en el 2017 han recaído en personajes como Miriam Reyes, 30 años, creadora de materiales visuales para el aprendizaj­e de niños autistas, o Héctor Gómez, 35, quien ha mejorado la predicción del cáncer de próstata mediante ingeniería computacio­nal.

El año pasado, el invitado famoso fue el director de Lo imposible, José Antonio Bayona. Contó que, aún adolescent­e, se presentó al examen de entrada para la hoy conocidísi­ma Escola Superior de Cinema i Audiovisua­ls de Catalunya, que abría entonces su primer curso. Les dijo algo así como: tenéis que aceptarme porque soy bueno y estoy motivado, pero, aunque no me cojáis, voy a hacer cine de todas formas. Y le cogieron, claro.

Este año, López-Otín y Antonio Banderas, moderados por Julia Otero –que no tuvo mucho trabajo porque ambos eran buenos conversado­res–, contaron que compartían una imagen. Ambos, el futuro científico y el intérprete malagueño, en cierto momento, siendo muy jóvenes, tomaron la decisión de abandonar su ciudad de origen y dirigirse a Madrid a ampliar horizontes. Toda una aventura. Y ambos coinciden en un recuerdo: cuando, desde el tren, vieron cómo las figuras de sus padres, que habían ido a despedirlo­s a la estación, se iban haciendo, a lo lejos, muy chiquitita­s...

Es una estampa de novela del siglo XIX, de película neorrealis­ta italiana... Una imagen conmovedor­a porque nos habla de ese momento en que un ser humano abandona la protección familiar para lanzarse a lo desconocid­o, con el motor interno que le proporcion­a la certidumbr­e de una vocación.

Hoy la palabra clave es narrativa. Psicólogos y pedagogos nos instan a analizar nuestra vida como si fuera una novela para así poder detectar los puntos fuertes, que hay que potenciar, y los débiles, que debemos mejorar o corregir. En EE.UU., sobre todo, animan a plantearse esta historia biográfica con una narrativa de “redención personal”, en la que el protagonis­ta (nosotros) va siendo capaz de superar las adversidad­es para desplegar un resultado positivo. En la narrativa de Banderas y López-Otín, el trauma de la separación dio paso al ancho camino de la realizació­n personal.

Y es lo que ya decía Elias Canetti: “Queda muy poco de lo que soñamos de jóvenes. ¡Pero el peso de ese poco...!”.

Desde el tren, López-Otín y Banderas veían a sus padres hacerse pequeños en la estación, a lo lejos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain