Maridajes con causa
Los festivales ahora se maridan. Con vinos, con DO, con parajes. El Cruïlla lo hace con causas. No es de ahora.
Desde sus inicios ha intentado ofrecer algo más que música. La entrada al festival puede ser un euro más cara, a beneficio de Amnistía Internacional, el reciclaje es intensivo, hay toda clase de comida veggie ,de kilómetro 0. Ayer el Cruïlla ofrecía un Mariano Rajoy. Daba saltitos: llamaba la atención, sí. Era un cabezudo, a sueldo de Intermon Oxfam; a todo aquel que se detenía a saciar su curiosidad ante los brincos le asaltaba un chico/a con un portafolios y le invitaba a firmar pidiendo que España cumpla sus compromisos en la acogida de refugiados. Queta (Enriqueta, al parecer), una habitual del Cruïlla desde hace “quizás diez años, desde cuando se celebraba en Mataró”, no firmó, aunque le parece muy bien que el Cruïlla se case con dichas causas. No firmó porque ya lo había hecho online, porque apoya a diversas causas, porque trabaja en una cooperativa y porque ha estado en las manifestaciones por los refugiados. Ayer bajó desde Breda, su localidad de adopción, para ver a Ani DiFranco (esta pidió a la concurrencia que se retratara y colgara la foto en las redes sociales)(con un hashtag que era ilegible para ciertas miopías), a los Two Door Cinema Club (una fiesta) y, hoy, al fenómeno Exquirla, que fusiona al Niño de Elche (que lo está petando últimamente) con los Toundra.
El concierto de estos de hace dos años es uno de los grandes recuerdos de Queta en el Fórum. Lo vio con alguien a quien acababa de conocer, y que al parecer ahora ronda por aquí cerca. ¿Otro maridaje? ¿una Cruïlla “con causa”?, preguntamos… Queta se larga sin contestar. No parece supersticiosa, no parece creer en malos farios. Debe de ser que el vaso en su mano está casi vacío.