Método
Álex Covelo, técnico catalán, se sumerge en el fútbol profesional estadounidense
La vida es un país extranjero
Jack Kerouac
Un buen día, en invierno, le preguntaron a Álex Covelo:
–¿Te vienes a San José? Y él contestó:
–¿Cuándo?
–Enseguida. Te necesitamos aquí a partir del 1 de mayo.
–Bien, voy. Y Covelo se fue. El 1 de mayo asumía la dirección del departamento de metodología del San José Earthquakes, un interesante conjunto de la MSL, la primera liga de fútbol de Estados Unidos y Canadá.
–¿A qué equivalen los Earthquakes?
–le pregunto a Covelo.
–Más o menos, al Espanyol –contesta.
–¿Y quién le llamó para convencerle? –Se llama Jesse Fioranelli. Es el mánager general. Si quiere, se lo paso
–me dice. Me lo pasa al teléfono. Le pregunto a Fioranelli:
–¿Y qué tiene Covelo que no tenga otro?
–¿Sabe que muchos clubs italianos estaban interesados en él...? Cuando llegué a San José, entendí que debíamos elaborar un método. Distinguirnos. Y por las referencias que teníamos, Covelo era nuestro hombre. Me refiero a su trayectoria y a su capacidad de comunicación para transmitir ese método.
El club subraya el dato: es el primero de la MSL en desarrollar un departamento de metodología. Junto a Covelo, los Earthquakes han fichado a un ojeador (Bruno Costa), un director técnico (Chris Leitch) y un analista (Vassili Cremanzidis).
Covelo ha sido un trotamundos del fútbol. Se formó en la escuela Brafa. Era el portero. Pasó por el Sant Andreu, los juveniles del Barça, el primer equipo de l’Hospitalet, el Europa, el Cornellà, el Premià...
–¿Con quién coincidió usted?
–Por ejemplo, bajo los palos, con Jorquera y Rubén. Y más allá, con Prats, Cuadrado, Albert Luque, Bermudo, Óscar Céspedes, Mario Rosas, Iván Díaz. Ah, y con Gabri y Xavi Hernández.
Y mientras jugaba, se formaba. Estudió Ciencias de la Educación Física y el Deporte. Se cubrió las espaldas. Pasó un tiempo en Italia. Allí se sacó la titulación UEFA de entrenador. Y luego regresó a Barcelona. Se involucró en el fútbol base del Espanyol, junto a Fran Navarro. Y se implicó en el método ekkono, un sistema de entrenamiento basado en la inteligencia, desarrollado por José María Gené. Buena parte de ese sistema ha sido implantado, por ejemplo, en el Atlètic Sant Just. –¿Ekkono...?
–le pregunto.
–Su fundador fue Carles Romagosa. El concepto se reduce a una intención: que el jugador acabe entendiendo qué debe hacer en el campo. Que sepa reaccionar en cualquier situación.
–¿No enseñan eso en cualquier academia?
–Todos los entrenadores pueden tener una idea global. Pero no todos son capaces de inocular una solución.
–¿Es el que aplicarán en San José?
–Bueno, aquí tenemos nuestro propio modelo de juego. Por ahora, me estoy dedicando a observar, a empaparme de su cultura, a conocer a los entrenadores y entender su fútbol. A dominar totalmente su idioma.
Necesito bajar a tierra. Le pido que me explique en qué consiste el método.
–¿Qué ha visto en San José?
–El día en que llegué, me fui directamente a un partido de los Earthquakes en Minnesota. Quería entender qué iba a encontrar.
–¿Y qué vio? –Un fuerte instinto competitivo. El deseo de trabajar, trabajar y trabajar, que es como se hacen las cosas aquí. Sin embargo, había algunas lagunas en el aspecto cognitivo.
–¿Qué quiere decir?
–Aún hay cierta desorganización defensiva. –Lo arreglará usted.
–Queremos un fútbol asociativo. Y que ofensiva y defensivamente se esté organizado. Y que haya agresividad en las fases de transición. Que al perder el balón se produzca un cambio de chip inmediato, y así se recupere la pelota al instante.
–¿Un método desde los equipos de niños? ¿Como el Barça?
–En Catalunya, casi todos los clubs tienen un modelo. Otra cosa es el perfil del jugador que consigas. El desarrollo del fútbol base del Espanyol es espectacular. Incluso más que el del Barça. Quiero que ponga eso. Pude ver esa pequeña parte del juego como jugador y como entrenador, y le aseguro que en el Espanyol también se aplica un juego combinativo, fórmula que es incluso más flexible que la del Barça.
–¿Y qué le dice su mujer?
–Laura y las dos niñas son aventureras. Han llegado hace unas semanas. Van a llevar esta mochila con ellas. Entienden que son momentos positivos, experiencias que, entre comillas, no sé si muchos otros podrán vivir. Estamos a un paso de San Francisco, muy cerca de Silicon Valley, la crème de la crème de la tecnología.
Su contrato es de dos años, con una prórroga por un tercero.
–¿Y luego?
–No pienso en eso. Si lo hiciera, no me movería de casa. En el Avaya Stadium luce un cartel: “May the things you hold dear be your guiding light”. Ojalá las cosas que deseas se conviertan en la luz que te guía.