La Vanguardia

Pedro y Emmanuel en los sitios de Versalles

- RAFAEL POCH

Acceder estos días al palacio de Versalles exige cierto esfuerzo de voluntad. El lugar está más que nunca invadido por el turista-masa: pantalones cortos, cámara, mochila, botella de agua de plástico y todas las voces de Babel de nuestra aldea global. El patio adoquinado está en pendiente y el sol de julio castiga duramente al visitante en las colas y ante el engorroso control de seguridad. Fue en ese patio donde el presidente Macron, el Capitán de quince años de la última novela política francesa con naufragio final, recibió el mes pasado a Vladímir Putin, fielmente retratado por Oliver Stone en su última entrevista, que la tele francesa divulgó en cuatro entregas a una hora intempesti­va, y, naturalmen­te, tras un debate de “expertos” que llevaba por título, ¿Hay que creer a Putin? El mero hecho de dar, por una vez, la palabra al adversario (“los estados soberanos pueden contarse con los dedos de una mano”) ya es desestabil­izador. Versalles simboliza la grandeza monárquica de Francia. Macron lo ha utilizado para restablece­r un diálogo pragmático con Rusia y para escenifica­r, de paso, el primer acto de su presidenci­a que quiere monárquica y jupiterian­a. En la sala del Congreso de Versalles, el presidente reunió a diputados y senadores para su primer discurso, cuya banalidad chocó con la grandeza del escenario. Francia y Rusia llevan mal su declive, su relativa pérdida de peso en el mundo. Los grandes lugares de su historia sirven para compensar algo eso.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain