La Vanguardia

EL ZAR Y EL REY INFANTE

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El agobio de Versalles se deja atrás al visitar el Grand Trianon. Hay unos buenos veinte minutos a pie entre Versalles y el Grand Trianon, lo que, con la ayuda del sol de julio, disuade al grueso de los turistas. Este segundo palacio, más tranquilo y de escala más humana, fue, ya en vida de Luis XIV, resultado del agobio del primero. El rey necesitaba un sitio para respirar. “Hice Versalles para mi corte, Marly (destruido en tiempos de Napoleón) para mis amigos y el Trianon para mí”, dijo. Allí solo se accedía por invitación expresa del monarca, siempre rodeado de una aduladora nube de moscones sirvientes y cortesanos. Y aún hubo un tercero, el Petit Trianon, apenas un modesto chalet que Maria Antonieta convirtió en su refugio tras haber sido levantado por la Pompadour, la famosa amante del antecesor en el trono de su marido. La excusa para recibir a Putin en Versalles fue la inauguraci­ón de una pequeña exposición que conmemora el 300 aniversari­o de la visita a Francia de Pedro el Grande. El zar tenía 44 años cuando visitó Francia en 1717. Luis XV, futuro amante de la Pompadour, tenía siete. Rompiendo todo protocolo, el enorme Pedro levantó en volandas al pequeño Luis, lo abrazó y lo cubrió de besos en su primer encuentro, el 10 de mayo, bajo la discreta reprobació­n del regente, Felipe de Orleans.

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