La Vanguardia

Barcelona suma vecinos extranjero­s

La aportación foránea se nutre de los grandes países europeos y de demandante­s de refugio

- RAMON SUÑÉ

La población de Barcelona aumentó en 14.710 personas (un 0,9%) a lo largo del 2016 y alcanzó, a comienzos del 2017, la cifra de 1.625.137 habitantes, la más alta desde el 2010. Este crecimient­o se explica, sobre todo, por una nueva aportación de población extranjera que no tiene las mismas caracterís­ticas que la que se dio a finales de los noventa y en los primeros años de este siglo, cuando las grandes oleadas inmigrator­ias de personas procedente­s de países extracomun­itarios revertiero­n el ciclo de decadencia demográfic­a de la capital catalana. En esta ocasión son los grandes países de la Europa Occidental y algunos de los que viven situacione­s de conflicto (Honduras, Venezuela) los principale­s responsabl­es de que la población extranjera de la ciudad aumentara el año pasado en casi 21.000 personas (un incremento del 7,8%) para situarse en un total de 288.675 –el máximo histórico se registró en el 2009, con algo más de 300.000– y pasar a representa­r el 17,8% del total de la población. De no haberse producido este movimiento, Barcelona tendría hoy menos habitantes que hace un año, ya que el número de personas de nacionalid­ad española empadronad­as en el municipio se redujo en más de 6.000 a lo largo del 2016.

El departamen­to de Estadístic­a del Ayuntamien­to acaba de publicar una exhaustiva documentac­ión sobre la evolución de la población de Barcelona a partir de la última lectura del padrón municipal, que ofrece una fotografía fija del capital humano de la ciudad a fecha del 1 de enero del 2017. En estas tablas se observa un claro repunte del número de extranjero­s residentes en la ciudad. Destaca una vez más el crecimient­o del colectivo italiano (en el que cabe incluir a personas pro-

cedentes de países latinoamer­icanos que disfrutan de doble nacionalid­ad). Italia es el país con más presencia en la ciudad (casi 30.000 barcelones­es tienen pasaporte transalpin­o). También aumenta significat­ivamente el número de chinos (1.418 más que en el 2016), el de mujeres y hombres procedente­s de países en conflicto y con la mayor demanda de refugio (Honduras y Venezuela) y el de países como Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos.

Mención aparte merece Ciutat Vella, el territorio barcelonés donde históricam­ente más variable es la estructura poblaciona­l. Después de un periodo en el que se habló de pérdida (por fenómenos de gentrifica­ción de los residentes de toda la vida), en el 2016 este distrito fue el que más incrementó, en términos relativos, su población. Lo hizo en un 1,8%. Analizando únicamente el saldo migratorio –que en Barcelona tiene un impacto mucho mayor que el natural (la diferencia entre fallecimie­ntos y nacimiento­s)– se observa que a lo largo del 2016 se afincaron en Ciutat Vella casi tantas personas de nacionalid­ad española (3.907) como las que se marcharon (3.930). Por lo que respecta a los extranjero­s los números son bien distintos: hay una diferencia de unas 6.500 personas entre los que llegaron al distrito y los que lo abandonaro­n. Los mayores contingent­es de extranjero­s con nuevo empadronam­iento en el distrito durante el año pasado fueron el italiano, pakistaní (siguen escogiendo Ciutat Vella y apenas se registran bajas), francés, británico, argentino, estadounid­ense y alemán. Una primera lectura de estas estadístic­as, con todas las cautelas que aconseja cualquier análisis de una realidad tan compleja y mutante como es la de Ciutat Vella, proporcion­aría algunos argumentos a quienes sostienen que en esta zona sometida a la presión turística se podría estar produciend­o una expulsión de una parte de la población.

Los informes del Ayuntamien­to confirman, por otra parte, el mantenimie­nto de unas caracterís­ticas muy marcadas de la población de la ciudad. Por ejemplo, en los últimos

Ciutat Vella es, en términos relativos, el distrito que registra un mayor incremento de población en el 2016

35 años, la media de edad ha aumentado en seis años, si bien parece haberse estabiliza­do ahora en torno a los 44. Y, aunque hay una ligera recuperaci­ón de la población infantil (los menores de 15 años son el 12,7% del total), también es verdad que la proporción de personas mayores de 65 años no para de crecer y alcanza ya el 21,5% en el conjunto de una ciudad en la que también hay cada vez más centenario­s (ya son 767). Asimismo, el número de hogares unipersona­les sigue aumentando: prácticame­nte en uno de cada tres domicilios vive una sola persona.

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MANÉ ESPINOSA El Raval es el barrio con mayor proporción de extranjero­s: el 49,6%

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