El año que vivimos aceleradamente
BERTOLD Brecht escribió: la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Este es el problema que tiene el PDECat, que cumple su primer año de vida sin haber roto amarras con la esencia de la antigua CDC. Este año el PDECat lo ha vivido aceleradamente, coincidiendo con el hecho que se ha convertido en una hidra de tres cabezas (Mas, Puigdemont, Pascal). Tres generaciones marcando un territorio en un partido donde unos quieren mandar desde fuera, otros desde dentro y unos terceros desde donde pueden. Y todo ello mientras Junts pel Sí le echaba un pulso al Estado que amenaza con romper las costuras de la vida política catalana, con la CUP marcándoles el paso como si fueran los guardianes no del centeno, sino de la independencia.
El consejo nacional del PDECat no ha puesto de manifiesto todas estas contradicciones, pero existen. No es fácil seguir una hoja de ruta cuando quienes tienen el GPS no acaban de explicar donde está el norte. El cese de un massista como Jordi Baiget por declarar en una entrevista periodística que estaría dispuesto a ir a la prisión, pero no a perder el patrimonio de una vida el 1-O, o que a lo mejor el primero de octubre acabaremos haciendo otro 9-N, resulta significativo. Otros miembros del PDECat en el Consell Executiu piensan igual, y veremos si aguantan hasta el final. Hay incluso quien se pregunta seriamente si tiene algún sentido que un partido de clases medias se plantee un final revolucionario si no se pueden poner las urnas.
Todo esto fluye en los acuíferos del partido heredero de CDC, que no se recupera en las encuestas, pero en el que nadie se atreve a dar un golpe de timón. De nuevo las metáforas marineras que tanto utiliza Mas. El PDECat no está muerto, si bien respira con dificultad. Necesita que pase el aire. O mejor aún la tramontana, que es el único viento que limpia el paisaje.También en Ítaca.