Jordi Herreruela
Little Steven y Ryan Adams, actuaciones destacadas en el Parc del Fòrum barcelonés
DIRECTOR DEL FESTIVAL CRUÏLLA
El Parc del Fòrum se ha convertido durante el fin de semana en el epicentro musical de Barcelona con un programa inteligente que ha tenido como premio el aplauso de los 25.000 espectadores y el cartel de todo vendido.
Más allá de la programación y la logística básica, la experiencia del usuario es parte esencial del éxito de un festival. En el Cruïlla parecen ser conscientes de ello. Lo demuestran detalles como el diseño del escenario Estrella Damm. Lluís Danés inventó para la ocasión una gran máquina llena de gramófonos a la que llama “destilería musical”, con cierto aire a lo Julio Verne. Dos pantallas redondas a lado y lado reflejaban lo ocurrido en el proscenio para que los espectadores más alejados no se perdieran detalle en la medida de lo posible. Fue en esta singular destilería donde, al morir el atardecer, firmó su concierto una de las formaciones más interesantes de la jornada de ayer, Little Steven & The Disciples of Soul, y donde ya en horas golfas estaban previstas las actuaciones estelares de Pet Shop Boys y The Prodigy.
Particularidades como la escenografía del principal escenario del Parc del Fòrum contribuyen a dar un toque diferencial al Cruïlla, al que ayer acudieron unas 22.000 personas. Otro factor interesante: la presencia de familias durante las primeras horas del festival, que en puridad acaba hoy domingo con actividades que ponen énfasis, precisamente, en este sector de público.
En la jornada del sábado, el personal empezó a vibrar a temprana hora en el escenario Cruïlla Enamora gracias al último proyecto –M–, nombre artístico del cantante de rock francés Matthieu Chedid. –M– se ha aliado con el maestro de la kora maliense Toumani Diabaté y su hijo Sidiki, así como la cantante de la misma nacionalidad Fatoumata Diawara, en el proyecto Lamomali. Todos ellos, junto a ocho músicos más, revivieron en el Fòrum este fascinante viaje musical a caballo entre París y Bamako, dando lugar a una rica paleta en la que convivieron despelotes bailables
(Bal de Bamako, L’âme su Mali )y sutilidades como el Lampedusa que edificaron con sus koras los griots del clan Diabaté.
Lo de –M– y sus amigos se alternaba en la programación con la propuesta del pianista y cantante británico Benjamin Clementine, que compareció en el escenario Time Out. El joven artista ha causado gran impacto con su único álbum hasta la fecha, At least for now (2015). Ha anunciado un segundo trabajo para el mes de septiembre de este año, I tell a fly, del que por el momento ya ha avanzado algún tema. Es el caso de Phantom of Aleppoville, uno de los que interpretó en Barcelona además de piezas más conocidas, como el Condolence que el público quiso cantar con él. Al piano de cola, y asistido por ocho intérpretes entre los que figuraba una espléndida coral de cuatro voces, Clementine ofrece un temario confesional, poético y, en ocasiones, de muy compleja arquitectura sonora. Melancólico, doliente y sofisticado, por momentos dibuja un cabaret tan personal como magnético.
Cuando Clementine todavía no había dado fin a su concierto, ocupaban el escenario de gala del Cruï-
lla Little Steven & The Disciples of Soul. Es la banda de Steve van Zandt, bien conocido por su trabajo como guitarrista en la E-Street Band de Bruce Springsteen, por no hablar de su faceta actoral (Los Soprano, Lilyhammer). Aunque ha visitado Barcelona con frecuencia con el Boss, nunca había estado en nuestra ciudad al frente de sus discípulos, con los que ha grabado el reciente Soulfire.
Intenso concierto el suyo, con un poblado equipo (15 en total) en el que destacaban tres coristas y un enorme cuarteto de metales. Rindió pleitesía a las fuentes (versión del tema de Etta James The blues is
my business) y defendió su repertorio mediante piezas como Salvation y su riff omnipresente, un Soli-
darity aderezado con algo de esa bella indolencia caribeña o, ya en las postrimerías, Bitter fruits con la sección de viento a todo gas. Antes de marcharse prometió volver pronto. ¡Que sea verdad, amigo!
Completando el primer tramo horario de la programación, se sumaron a la fiesta los catalanes Txarango, reyes de la fiesta mestiza, que convocaron a una gran masa de gente en el escenario Cruïlla Enamora. Prácticamente en paralelo, ocupó el escenario Time Out Ryan Adams, protagonista de un sonado reencuentro con el público de esta ciudad, ya que no actuaba por aquí desde el 2002. Se presentó en formato de quinteto, empezando con
Do you still love me?, precisamente el tema que abre su nuevo trabajo,
Prisioner. Pulso duro, y sorpresas como el figurante disfrazado de diablo que apareció durante la interpretación de Let it ride, marcaron los primeros pasos de su celebrada comparecencia.