La Vanguardia

Carme Artigas

Carme Artigas, cofundador­a y consejera delegada de Synergic Partners

- MAR GALTÉS Barcelona

COFUNDADOR­A SYNERGIC PARTNERS

Ingeniera por el IQS, con tesis de fin de carrera en el Max Plank Institute sobre química cuántica y cáncer, Artigas fundó y dirige Synergic Partners, empresa reconocida internacio­nalmente en el mundo del big data.

No nos podemos permitir que sean sólo los hombres quienes diseñen los algoritmos. Debemos tener voz en la definición de la sociedad del futuro”. Carme Artigas ha tomado conciencia de que vale la pena defender el rol de las mujeres en el mundo tecnológic­o y científico. “Porque ahora que los datos y la tecnología marcarán la sociedad del futuro, si las mujeres somos el 30%, sólo influiremo­s el 30%. No nos lo podemos permitir”.

Carme Artigas (Cabrera de Mar, 1968) ha ejercido casi todas las funciones en el entorno de la tecnología y la empresa, y por eso resulta tan convincent­e cuando explica a los empresario­s que tienen que ponerse las pilas con el

big data –“para conocer mejor a los clientes, mejorar la eficiencia operativa y prevenir el riesgo”–, y cuando les dice a las chicas que se atrevan con las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática­s, iniciales en inglés).

Artigas es ingeniera química en el IQS e hizo la tesis de final de carrera en el Max Planck Institute, sobre la química cuántica como terapia del cáncer. “Después de un año haciendo investigac­ión de primer nivel, quise ver cómo era la empresa de primer nivel”. Y aceptó una oferta de Procter & Gamble, donde estuvo cinco años, en Mataró, en producción, logística o definición de estrategia­s. “Era muy joven y quería que mi trabajo tuviera impacto social”. Por eso cogió un año sabático para ir a Costa Rica, con una oenegé para la que analizaba la viabilidad económica de los proyectos. Al volver, en 1996, entró como directora del Viver Empresa de Barcelona Activa. “Creamos bases de emprendimi­ento, y el primer vivero virtual de empresas del mundo, cuando apenas empezaba el mundo online”. Las tareas de acompañami­ento a las empresas le despertaro­n el interés por la financiaci­ón, y después de impulsar con el Ayuntamien­to de Barcelona y la Generalita­t el fondo Barcelona Emprèn, Ericsson la contrató para llevar un fondo de inversión en proyectos tecnológic­os. Estalló la burbuja, tuvo a su hija, y después de un breve paso por la Administra­ció Oberta de Catalunya, pensó que había llegado el momento de montar la empresa propia.

“En una conferenci­a en Barcelona Bill Clinton explicó que a pesar de disponer de mucha informació­n dispersa, no fueron capaces de prever los atentados del 2001. Eso me quedó grabado”. Su marido, Jaume Agut, de Terrassa, había hecho toda la carrera en el mundo del software. “Intuimos que venían cambios, y fuimos a Silicon Valley. Allí vimos que lo que venía sería de verdad disruptivo”.

Crearon Synergic Partners en el 2006, una consultora de negocio basada en los datos. “Quizás nos anticipamo­s muchísimo, y enseguida llegó la crisis: fue clave ser una empresa familiar, era una apuesta difícil”. Han pasado todos estos años formando a gente –“somos la única empresa no americana que es socio industrial de la Universida­d de Columbia”– y trabajando para grandes clientes con capacidad y necesidad de innovación, como los grandes bancos o las operadoras de telecomuni­caciones. “En el 2015 se nos reconoció entre las 15 empresas del mundo más importante­s en big data”. Enseguida tuvieron ofertas de compra, y se acabaron casando con Telefónica. Y ahora, como directiva de multinacio­nal que es, Artigas tiene un altavoz más potente para predicar en las empresas –¡también en las pymes!”– que los datos tienen que ser el centro de sus decisiones.

Defiende que todo va tan deprisa que hay que volver a los orígenes, a las ciencias exactas y a la filosofía: “La ética será clave en un mundo donde no hay reglas y donde los algoritmos toman decisiones. Hará falta más inteligenc­ia emocional para liderar equipos distribuid­os, porque controlar y ejecutar ya lo harán los robots”.

Es embajadora del programa Women in Science de la Universida­d de Stanford. “Faltan referentes. Hacen falta ejemplos de que se puede ser mujer, madre y profesiona­l, sin ser de color verde ni tener tres ojos”. Dice que toda la vida había estado en contra de las cuotas, “pero hay momentos en que hay que forzarse a buscar mujeres, ¡y las encuentras! Tenemos que hacer visibles a las mujeres que son tan competente­s como los hombres”. La tecnología ayuda a conciliar a las mujeres, pero también a los hombres: “Necesitamo­s que los hombres reclamen más espacio personal, por suerte los jóvenes lo tienen claro”.

“El ‘big data’ sirve para conocer mejor a los clientes, mejorar la eficiencia operativa y prevenir el riesgo” “Hacen falta ejemplos de que se puede ser mujer, madre y profesiona­l, sin ser de color verde”

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KIM MANRESA Carme Artigas, directiva y emprendedo­ra, se ha involucrad­o en promover las carreras científica­s entre las chicas

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