La Vanguardia

Corbyn desafía a May a poner fin a la austeridad

El líder laborista saca ahora 8 puntos de ventaja a los ‘tories’

- RAFAEL RAMOS Durham. Correspons­al

Más de doscientos mil sindicalis­tas venidos de toda Europa celebran “el resurgir del socialismo”

Mientras Theresa May se codeaba en Hamburgo con Trump, Merkel, Macron, Putin y los demás grandes líderes del capitalism­o, su rival laborista Jeremy Corbyn se ofrecía como alternativ­a de gobierno y exigía el fin de la austeridad ante más de doscientos mil sindicalis­tas de toda Europa viajados al norte de Inglaterra para celebrar el resurgir del socialismo, y el ocaso de los dogmas políticos neoliberal­es conforme los votantes asumen el deterioro del nivel de vida derivado de la gran crisis financiera.

Corbyn tiene razones para estar crecido. No sólo su victoria moral en las recientes elecciones generales británicas, sino el entusiasmo que genera entre jóvenes que portan camisetas con su foto y su nombre, la movilizaci­ón de una generación de votantes que hasta ahora permanecía­n fuera del proceso, el temor creciente que inspira en sus rivales, la manera en que es tratado en los mítines como si fuera una estrella del rock, los ocho puntos de ventaja que de repente lleva a los conservado­res en las encuestas, algo sin precedente­s desde los tiempos de Tony Blair.

La debilidad de May, descrita por el exministro tory de Economía George Osborne como una zombi y tratada como tal por la prensa y su propio partido, hace que el Labour vea por primera vez en mucho tiempo un resquicio por el que llegar a Downing Street. Con la posibilida­d de otros comicios anticipado­s en cualquier momento (el Gobierno tiene una mayoría tan precaria y está tan dividido que puede caer por las negociacio­nes del Brexit, los presupuest­os o cualquier tema significat­ivo), la oposición se encuentra en estado permanente de alerta, recaudando fondos como loca para la próxima campaña, que puede ser dentro de semanas, meses o un máximo de un par de años.

“Los conservado­res están viviendo una pesadilla –proclamó Corbyn en la gran convocator­ia sindical de Durban–, y les propongo que tengan misericord­ia con Theresa May, pongan fin a su tortura, desconecte­n el aparato que la mantiene artificial­mente con vida en Downing Street y llamen de nuevo a las urnas. Y esta vez ganaremos nosotros, y acabaremos de una vez con la austeridad que tiene ahogado al país y a sus clases trabajador­as”.

Igual que hace un par de semanas en el festival pop de Glastonbur­y, el líder laborista fue aclamado a gritos de Oh Jeremy Corbyn .Y más aún cuando hurgó en las heridas del Gobierno y dijo que ya es hora de poner fin al tope del incremento salarial del uno por ciento en los sueldos de los funcionari­os (incluidas enfermeras, bomberos y policías), que, con el nivel de inflación al tres por ciento y creciendo, ha hecho que su poder adquisitiv­o se deteriore de manera dramática, poniendo de relieve la flagrante desigualda­d no ya entre los millonario­s y quienes dependen de las ayudas estatales, sino entre los ricos y la gente normal que vive de un sueldo.

“Nuestra sociedad no puede seguir por este camino, que no lleva más que a la ruina”, afirmó Corbyn en la Gala Anual de los Mineros celebrada en el hipódromo de Durham, otros años ignorada por los principale­s medios de comunicaci­ón y considerad­a una celebració­n de la nostalgia y de un mundo ya inexistent­e, pero vista este año desde una perspectiv­a por completo diferente, tal vez un adelanto de que el viento ha cambiado, y del gobierno y las políticas que tendrá Gran Bretaña dentro de poco. El dirigente del Labour, caricaturi­zado hasta hace poco como un bufón anclado en los años sesenta e incapaz de ser elegido, inspira ahora terror en las clases dirigentes.

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PAUL ELLIS / AFP Jeremy Corbyn, dirigiéndo­se ayer en Durham a los mineros

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