Autoaprendizaje, negocio global y vacío legal
Con la automonitorización se recopilan un sinfín de datos acerca de la actividad física y los hábitos más o menos saludables de una población global conectada a través de sus dispositivos móviles y sensores varios a
apps de ejercicio y salud. “Sensores en cada teléfono abren la posibilidad a personas que no son expertas en recolectar múltiples datos y hacerse preguntas sobre sí mismos”, destaca el fisiólogo Jordi Ferré (URV), experto en nuevas tecnologías. “El uso de los datos no es sólo una especie de espejo del yo, también permite a las personas conectarse y aprender de los demás”, se explica en
Self-tracking. Más información de uso doméstico, mejor conocimiento de uno mismo, pero también millones de datos al alcance de las grandes corporaciones y sus estratégicas de marketing. “¿Quién es el dueño de estos datos? El uso de la autocuantificación puede generar autointerpretaciones que generan o sugieren acciones”, reflexiona Ferré. Los expertos también se preguntan si se pueden derivar responsabilidades éticas y legales si hay mala praxis. “No hay marcos legales para los datos generados”, añade el fisiólogo, experto en digitalización del deporte. Hay todavía muchos interrogantes por responder. Falta tiempo y experiencia. “¿Cómo afecta a la relación entre la práctica médica y el autocuidado, entre el conocimiento científico y el conocimiento laico?”, se pregunta Deborah Lupton en
The quantified self .El doctor Daniel Brotons explica que algunos de sus pacientes entrenan en exceso porque planifican su actividad física a partir de su frecuencia cardiaca máxima teórica y los datos de su pulsómetro. “La frecuencia máxima real la sabemos en una prueba de esfuerzo, mu-chas personas no siguen los patrones teóricos", advierte Brotons.