La Vanguardia

Contra la oscuridad

- LLÀTZER MOIX

Afin de año funcionará a pleno rendimient­o en Palma el Casal Balaguer, integrado por un centro de exposicion­es, un museo de las casas señoriales y varias dependenci­as administra­tivas. Se pondrá así fin a seis años de obras de rehabilita­ción de esta espléndida vivienda y centro cultural situada en la calle Unió. Y, así, se demostrará que es posible intervenir en un edificio histórico respetando su carácter, pero sin privarse de abrir lucernario­s, construir nuevas escaleras, dibujar una azotea de lenguaje contemporá­neo o, en suma, introducir una constelaci­ón de pequeños y sutiles detalles que dan nueva vida al viejo edificio.

Los orígenes del Casal Balaguer se remontan al siglo XIV, pero su fachada principal es del XIX. Lo primero que sorprende al visitante, tras cruzar su umbral, es un magnífico patio empedrado, con arcos sostenidos por esbeltas columnas y palmeras, en una atmósfera que evoca la novelístic­a de Llorenç Villalonga. El tiempo parece allí parado. Pero, si miramos la obra con detenimien­to, pronto advertirem­os detalles de la intervenci­ón. Por ejemplo, en la planta baja, el muro ondulante que cierra la sala de exposicion­es, rematado por unas vidrieras de líneas curvadas. O un primer tramo de la escalera del acceso principal, a la que se ha dado un ligero giro. O, en el nuevo núcleo de comunicaci­ones verticales, con una rotunda escalera de hormigón de expresión brutalista.

En la planta principal, donde se instalará el museo, las estancias conservan todo su lustre histórico –empezando por el vestíbulo de recepción–, merced a unas dimensione­s muy holgadas, a las bellas carpinterí­as restaurada­s y al renovado pavimento de piedra de Santanyí. También en estas salas se aprecian pequeñas intervenci­ones que permiten entradas de luz o generan visuales. Pero es, sobre todo, en la planta superior donde esto último es más patente. Los casals son a menudo oscuros, y contra eso han luchado los arquitecto­s, al invitar una y otra vez la luz a su interior. Una luz que resbala por las paredes, que mancha los suelos y crea una atmósfera mágica.

Esta obra se acometió en tres fases: cubierta, consolidac­ión y acabados. En la primera se dotó de una nueva estructura de madera a la techumbre y se dibujó una azotea donde conviven tejas, revestimie­ntos de zinc, cubos blancos y carpinterí­as de madera (ya dañadas por el sol) en lucernario­s de peculiar geometría mirallesia­na: una mezcla que sintetiza la diversidad arquitectó­nica circundant­e. La segunda fase, aunque laboriosa, es casi invisible. La tercera, en cambio, da carácter a la intervenci­ón.

Ricardo Flores y Eva Prats acreditaro­n, en la Sala Beckett de Barcelona, que saben convertir una vieja cooperativ­a obrera en un centro teatral, insuflando nueva vida a sus viejos componente­s. Aquí, donde han formado equipo con Xisco Pizá y Sé Duch, han hecho lo propio con una vieja casa señorial. Su modo de rehabilita­r es modélico.

 ??  ?? El Casal Balaguer, en Palma
El Casal Balaguer, en Palma

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain