Los diputados entran con descuento
Los diputados catalanes que quieran asistir a la ceremonia de inauguración y a la de clausura de Barcelona’92 podrán hacerlo beneficiándose de un descuento considerable, de hasta el 80%. Aquellas entradas costaban 46.000 pesetas por día. Si todos los diputados adquiriesen entradas, la operación se elevaría hasta los doce millones de pesetas. La medida, según explicaba Jordi Juan, causó estupor entre la opinión pública, y ampollas entre los parlamentarios catalanes. Iniciativa per Catalunya (IC) lo calificó de “despilfarro” económico.
Joan Saura, el portavoz de IC, recordaba que la cámara “sufre un extremado rigor presupuestario, que obliga a que los grupos parlamentarios tengan que pagar las fotocopias de su bolsillo. Mi grupo ha solicitado un ordenador hace varios meses”. También Raimon Escudé, portavoz de CiU, expresó su desacuerdo. Eso sí, lo hizo deslizando una idea: estaba hablando en nombre propio: “Esta es una decisión personal de cada diputado. He tratado de dejar fuera a nuestro grupo de CiU de este tema para que no se viera involucrado”.
En general, los sentimientos eran encontrados. De hecho, hubo diputados considerando que el descuento del 80% era insuficiente, e incluso gravoso para ellos: decían que no estaban recibiendo el mismo trato protocolario que otros cargos públicos, a quienes se les permitía acceder gratis a esos actos. Era el caso de los concejales del Ayuntamiento de Barcelona. La irritación de aquellos diputados catalanes acabó molestando al Comité Organizador de los Juegos (COOB). Según Oriol Serra, responsable de las entradas, “no tienen muchos motivos para protestar, pues a los diputados catalanes se les ofreció un derecho preferente”.